miércoles, 16 de diciembre de 2009

Contradicciones


Marta Sanz ha escrito con agudeza sobre "La mujer fatal", una recopilación de textos que la misma autora ha seleccionado para 451 Editores. La introducción es brillante, los textos nos presentan a algunas mujeres malas, malísimas de antología. Las ilustraciones tienen calidad. Me asaltaba la duda cuando lo leía, no obstante, de si esta selección, pese a la ironía que desprende el título y la introducción, reforzaba o desmitificaba el mito. Posiblemente ninguna de las dos cosas. Al final todo (sólo) es literatura

Llueven este otoño novedades de historia con el foco puesto en las mujeres. Olvidadas y silenciadas hasta hace la historiografía empieza a hacerles justicia: se les expulsó de la historia y ahora se les rescata. Abundan, sobre todo, biografías de mujeres brillantes, como "La Conspiración de las lectoras" de J.A Marina y María Teresa Rodríguez de Castro, en torno a las fundadoras de la sección española del Lyceum Club, existente ya en otros países de nuestro entorno. Pero también la abogada María Telo ha llevado a la imprenta un libro más técnico y sin adornos retóricos que recoge su trayectoria de defensa de los derechos de la mujer, "Mi lucha por la igualdad jurídica de la mujer". Se va haciendo justicia al pasado, pero no al presente: a pesar de la igualdad jurídica sigue habíendo un porcentaje considerable de mujeres que ganan menos que los hombres. Tampoco se da un reparto equilibrado de hombres y mujeres en los consejos de administración.

Contradicciones: Vivimos en una sociedad cada vez más avanzada, con un desarrollo democrático mayor que en épocas pasadas, y con un sentimiento cada vez más nítido de lo que es justo e injusto. Sin duda algo positivo. Sin embargo, al menos en las grandes ciudades, la sensación de individualismo y hasta de insolidaridad son crecientes. Es como si hubiera un saber teórico que no siempre se lleva a la práctica. Primero yo, y luego ya veremos, parecer ser el lema. Se distorsiona así una frase que hoy día se repite mucho: "Que cada palo aguante su vela". Podría entenderse como una llamada a la responsabilidad, pero en muchas ocasiones es una coartada para no involucrarse. Recuerdo ahora una vieja canción infantil que María Zambrano solía recordar para reivindicar la responsabilidad personal: "Antón, Antón, Antón pirulero, cada cuál, cada cuál, que atienda su juego... Y el que no lo atienda pagará una prenda..."

sábado, 5 de diciembre de 2009

¿Hasta dónde está dispuesto a mentir?/2

Los antiguos filósofos griegos dieron ya las claves que separan la verdad de la mentira: hay más gente dispuesta a aceptar una mentira verosímil que una verdad poco convincente o mal explicada. En consecuencia, en una sociedad como la nuestra es fácil que se acepte como verdad una mentira bien amañada... Después de todo, ¿importa ya a alguien la verdad, o sólo su apariencia? No en vano hay quien sólo cuenta sus logros, no sus mentiras.

"Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar, indefectiblemente, te encontrarás a ti mismo (...)" (Pablo Neruda)
El mentiroso o el falsario nunca se encuentran consigo mismos. No lo soportarían. Si lo hicieran, esa sería "la más amarga" de sus horas parafraseando a Neruda, de ningún modo "la más feliz".

Recordar, recordar, y volver a escribir la historia que se había escamoteado o que había caído en el olvido. No es inútil evocar a las infatigables mujeres que en 1926 iniciaron la aventura del Lyceum Club. José Antonio Marina y MªTeresa Rodríguez de Castro lo han hecho en La conspiración de las lectoras, editado por Anagrama. María de Maeztu, Zenobia Camprubí, Isabel Oyarzábal, María Teresa León... Las vidas de estas mujeres interesan, al igual que las de María Zambrano,Rosa Chacel, Mercè Rodoreda...Sin duda, como dicen los autores citados y tantos otros estudiosos, tal vez la más brillante generación de mujeres. O generaciones, ya que algunas vivieron a caballo entre el 98 y el 27 y otras se dieron a conocer justamente en los años treinta. En cualquier caso muchas de ellas forman parte con todo justicia de la llamada Edad de Plata.

lunes, 30 de noviembre de 2009

¿Hasta dónde está dispuesto a mentir?

Entre los muchos correos electrónicos que nos llegan con mensajes moralistas, aleccionadores y propagandísticos, hoy he prestado atención al que una colega me ha enviado con un video. Es éste: http://video.bugun.com.tr/bugunPlayer.swf?file=dagilfilm.flv
No sé si es una cadena o quién lo empezó o lo creó. Pero ilustra muy bien el desprecio a la verdad, la falta de ética y el abuso hasta la náusea de la conocida máxima "el fin justifica los medios". Se trata aquí de conseguir la famosa foto al precio que sea. Pero no sólo se miente hasta la muerte en los medios para conseguir una exclusiva. Si sólo fueran los medios... Es cierto que los medios tienen que acreditar su prestigio.
Pero las mentiras en pos de una exclusiva sólo son la punta del iceberg de un tinglado social en el que cualquiera puede recurrir a la mentira, la insidia o la calumnia para conseguir cualquier cosa, desde lo más banal a lo más importante. Ayer estuve viendo la pelicula de Woody Allen, "Si la cosa funciona", en la que el protagonista desgrana una vez más la conocida filosofía del director neoyorkino. Entre otras ideas venía a decir que las grandes religiones (íncluidas las laicas como el marxismo) fallaban por algo que no habían previsto sus fundadores: daban por sentado que el hombre(o la mujer) eran buenos por naturaleza...
Sería muy largo discutir aquí todo esto. Pero algo es cierto: hay gente (no caeré en la simpleza de escribir "mucha" gente)que miente por todo y todo el tiempo. Gente que no va a los tribunales a defenderse o a que se esclarezca la verdad; gente que ha hecho de la mentira el modo de prosperar y de sobrevivir...Gente en suma que sólo piensa en los resultados. El modo no importa.

jueves, 19 de noviembre de 2009

"Retrato de un hombre inmaduro"


Luis Landero nos regala una nueva novela, "Retrato de un hombre inmaduro". Sin necesidad de apoyarse demasiado en estrategias mediáticas (al contrario, a veces "desaparece" de la actualidad)Landero prosigue la potente carrera que inició con "Juegos de la edad tardía", su lograda novela "revelación". El nuevo título concentra, además, suficiente ironía como para preguntarse: ¿Qué significa ser un hombre inmaduro a cierta edad? O mejor aún: ¿Qué implica ser maduro, más allá de la edad? Y extrapolando el término: "¿Cuántos de los hombres que nos gobiernan o que dirigen grandes empresas cuentan con la madurez suficiente para acometer el papel que representan? Y dando una vuelta de tuerca: ¿Se insinúa lo mismo cuando se escribe o se habla de hombre inmaduro o de mujer inmadura? ¿Hay misoginia también en esta expresión? El lenguaje es precisión (poner nombre a las cosas) pero también magia y trampa. De cualquier modo, es probable que "Retrato de un hombre inmaduro" sea algo muy diferente de lo que pensamos o proyectamos de acuerdo con el mero título. También es probable que la prosa de Landero nos redima de cualquier otra contingencia, una vez más.

viernes, 30 de octubre de 2009

Pensar con Gredos


Buena iniciativa la de editorial Gredos (RBA) de publicar la biblioteca de Grandes Pensadores. El pensamiento occidental como complemento/antídoto de la banalidad con la que a veces llenamos/vacíamos los días. Pensar, como vivir y amar cansa. Claro que quitarse de pensar es peor, poruqe aburre y atocina.

lunes, 5 de octubre de 2009

Tan cerca de Gregorio Sansa

Los conflictos que más duelen y desgastan suelen ser aquellos no buscados y en los que nos vemos envueltos no sólo a pesar de nosotros mismos sino arrastrados por circunstancias a veces ridículas o injustas que no controlamos. Se trata a veces de situaciones que rozan la paradoja o el absurdo: la sensación kafkiana de ir a juicio no por haber transgredido algo sino por haber sido demasiado condescendientes con quien finalmente exige más y nos lleva al litigio; la sensación de estafa que se experimenta cuando la Administración, o el casero, o la junta de vecinos o el operador telefónico nos niega sus servicios o incumple sus compromisos y al mismo tiempo nos sube la factura, o la cuota asignada. En fin, una parecida sensación de estupor y de impotencia como la de Gregorio Sansa al despertar aquella mañana que nos narró Kafka. Por fortuna, el día a día ofrece muchos otros momentos bien distintos, y finalmente seguimos vivos, fieles a nuestra identidad y lejos de convertirnos esa monstruosa criatura que se adueñó de Sansa.Aun así, qué cerca estamos de esta alegórica figura de Kafka algunos días.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Una vida, ¿dos auobiografías?

Constancia de la Mora ha sido considerada una figura de culto, sin duda minoritaria, para parte de la izquierda y de algunos de los que han seguido la historia española del siglo XX. Su autobiografía (In place of Splendor en su versión inglesa, publicada en 1939 en Nueva York, y Doble esplendor en la edición en español, que apareció en México en 1944) genera diversos enigmas. Uno de ellos es la autoría de la edición neoyorkina:a partir de un apresurado y extenso borrador, De la Mora recibió consejos de amigos y de militantes y la redacción final, tras eliminar varios folios, la unificó la guionista norteamericana Ruth MacKenney. Probablemente se trató de una escritura compartida, aunque la dueña de la historia y de las ideas sea sin duda Constancia de la Mora. In place of Splendor es el balance, tras un primer relato biográfico, de una toma de postura a favor de República por parte de una nieta de Antonio Maura. Una República derrotada en parte por el abandono de la potencias democráticas bajo la máscara de la neutralidad, mientras la Europa fascista ayudaba a los insurgentes a conseguir la victoria. Dirigida a la opinión estadounidense, es lógico que De la Mora aceptara que una guionista le diera una mano final.
En la versión en español, traducida por la propia autora, Constancia de la Mora tuvo tiempo suficiente para decidir qué eliminaba y qué añadía a esa obra ya escrita. Aunque ambas versiones son prácticamente iguales en lo sustancial, la autora decidió eliminar anécdotas y párrafos másútiles para el público norteamericano que para la historia en sí. Como muestra, eliminió el modo en que entró en contacto con el corresponsal Jay Allen y su familia. Allen, influyente periodista estadonunidense, fue su anfitrión durante su estancia en Estados Unidos y arropó a Constancia en sus primeros encuentros con Eleanore Roosevelt. Pero en 1944 quizás toda esa historia se había desvaneciedo, y quizás la amistad con Allen no era tan estrecha. De la Mora estaba afincada en México y no había conseguido visado para volver a Estados Unidos por su militancia comunista. Era una exiliada y esa voz, con nuevas reflexiones, aflora en Doble esplendor.
Hace años que aprecié esta dualidad sobre la que ni siquiera muchos lectores bilingües han observado, al no cotejar juntos ambos textos. En el último número de la revista literaria CLARÍN (julio-agosto, ediciones Nobel)desarrollo con amplitud este argumento bajo el título "Constancia de la Mora, una vida, ¿dos autobiografías?"

sábado, 5 de septiembre de 2009

Erratas y descuidos

Escribir puede ser una tarea inútil (para algunos) o necesaria (para el que se entrega a ella). Una construcción de palabras en la que se invierte mucho tiempo, aunque se trate de un tiempo vivido, exprimido y bien saboreado. Pero esa construcción puede convertirse a veces en un castillo de naipes. Su talón de Aquiles puede ser una palabra poco afortunada, o una mala puntuación, lo que viene llamándose erratas. Un punto que se olvidó, o que se borró, a pesar de que se mantuvo la mayúscula que separaba dos oraciones, puede interpretarse por un lector despistado o un corrector falto de tiempo como un monstruoso pulpo de brazos interminables, o de lo que es lo mismo de oraciones subordinadas que ahogan la principal o que dejan a quien escribe sin aliento. Una errata en suma que sólo los lectores exquisitos pueden volver a escribir cuando el texto herido cae en sus man

martes, 18 de agosto de 2009

Contrastes

Contrastes. La felicidad, aunque efímera, pasa varias veces al día, o a la semana, quizás. La vulnerabilidad, la conciencia de menudencia en un mundo globalizado y a menudo falto de escrúpulos o rudo, aparece también varias veces al día o a la semana. Todo convive o cohabita, y a menudo sólo la dignidad, o la fe hace que predomine una conciencia de felicidad o de certeza, o al menos de coherencia. Como en la escritura de Javier Marías, con sus optativas, todo es cuestión de optar o resistir.

domingo, 26 de julio de 2009

La paradoja del interventor y otras paradojas

Construcción, deconstrucción, destrucción. Es el proceso habitual (fatal) en arte, literatura, e incluso en la vida. No hace falta decir que incluso los que apuestan por la destrucción, al final buscan de nuevo la construcción (veáse a dictadores y gentes de pocos escrúpulos, una vez que ponen todo patas arriba, lo que quieren es construir un nuevo régimen o disfrutar de respetabilidad).
Ni que decir tiene que la fórmula literaria y vital que me interesa es construcción, deconstrucción, construcción.
Cada vez me atrae más el estilo que cuenta con visiones diferentes que unifican en unos cuantos capítulos una visión final.
Aunque también me gusta intercalar prosas bien construidas, como las de Gonzalo Hidalgo Bayal y su novela La paradoja del interventor
que un amigo que me acaba de recomendar.

miércoles, 8 de julio de 2009

El tiempo que pasa

"Como pasó el amor, pasará el desconsuelo", dice un verso de Ángel González. Me gusta. Es simple, y es hondo.

domingo, 5 de julio de 2009

Si mi bilioteca ardiera esta noche

Deseo leer este libro de Aldous Huxley, que publica Edhasa,
Si mi biblioteca ardiera esta noche. Ensayos sobre arte, música, literatura y otras drogas. Es un libro canon de todo lo que merece la pena leer sin que aparezca como una lista obligatoria. En esta misma línea son apetecibles una edición de Lumen Ensayos, de Natalia Ginsburg y los aún más interesantes
Mecanismos internos (ensayos escritos en el periodo 2000-2005)del gran J. M. Coetze, publicado en Mondadori.


LA LETRA PEQUEÑA DE LA VIDA. Leo la columna de una escritora en la que habla de las peripecias de otra escritora viajando en Ave con equipaje y con su hijo de cinco meses y su consiguiente carrito. En Renfe aparentemente no hay ayuda para madres en apuros, y en Madrid y en otras ciudades apenas hay taxistas con sillitas de niño con lo que no pueden transportar a un bebé sin arriesgarse a que les multen. Corroboro lo expuesto, y añado que la cotidianidad no está preparada no ya para los niños sino para cualquier ciudadano que se salga de lo habitual. El/la diferente, el individuo puro y frágil no organizado o que no siga las tendencias sociológicas mayoritarias lo tiene mas difícil. Es decir, la madre sola y profesional que vija con niño, o quien no tiene coche...Renfe y los transportes en general están preparados para gente que viaja sola o en familia, o desde hace un tiempo para discapacitados que vayan a cargo de alguien o en grupo, pero no para la peripecia individual. Da la impresión de que todavía una mujer con niño que necesita desplezarse por motivos profesionales o de otra índole tiene que tener coche, o una persona que le ayude, etcétera. Desde luego se puede hacer incluir en este supuesto tambien a un hombre solo con un bebé y sin coche.
El transporte público, en definitiva, tanto el de largo recorrido como el urbano o metropolitano no está preparado para la diversidad de vidas y situaciones actuales. Porque, una vez que se llega al destino final del tren, a menudo hay que desplazarse a la localidad de vacaciones, o al destino real. Hay que recurrir al taxi, pero en estaciones o pequeñas poblaciones, los taxis no están ni se les espera, hay que llamarlos por teléfono en el mejor de los casos o tenerlos apalabrados.
Algo parecido sucede con el transporte urbano: para jubilados o personas que no van con hora o para desplazarse en trayectos cortos muy bien. Pero cuando se quiere llegar con hora al trabajo o al colegio o a casa, no hay que confiarse. En resumen, viajar solo y no ser enteramente autónomo, como es el caso de una mujer con equipaje y con hijo pequeño, o tener un empleo con horarios estrictos y lugar de trabajo alejado y no tener coche, es una fuente de problemas menudos y a la vez invisibles.

lunes, 22 de junio de 2009

La vida, como la literatura

Tan importante como la literatura. O más importane que la literatura.
Hace unos días leí en un periódico la historia de una abuela, Dolores, que criaba a sus muchos nietos porque sus hijos, los padres de esos nietos, habían caído en diferentes trampas vitales, algunos en las de la misma muerte. Dolores me parece de entrada más útil e interesante que los que dan lecciones (teóricas) de moral venga o no a cuento. Dolores tiene una nieta en el umbral de la adolescencia que acude al colegio con mucho interés. Y a pesar de que su abuela no tiene dinero, siempre acaba yendo a las excursiones escolares: una maestra le suele dar los diez euros necesarios. Siento una enorme simpatía por la nieta de Dolores y por la maestra. A mí me gustaría que esta adolescente lograra amueblar aún más esa despejada cabeza que ya tiene. A la maestra sólo puedo desearla voz y ganas para que enseñe muchos años en ese colegio o en cualquier otro.
Siempre me ha gustado el periodismo de tipo humano que no cae en el amarillismo ni en la sensiblería. La historia de Dolores bien lo merecía

domingo, 21 de junio de 2009

Velada (de crítica) literaria

Conversación literaria entre amigos. Sin afectación, con naturalidad, surgió el eterno debate de si el talento o el reconocimiento de tal talento procede de crear algo radicalmente nuevo (prácticamente imposible: todo está inventado)o se trata más bien de contar algo ya tratado de forma diferente o desde un punto de vista distinto y novedoso. Aunque la mayoría se decantó por "el modo" novedoso de contar lo ya leído o sabido, hubo quien insistió en que lo que importa es "vaciarse" de ideas, sin mimetizarse con otros autores, y escribir algo novedoso. Salieron nombres de escritores que han buscado el riesgo, como Vila-Matas con su Pasavento, y se habló de Clarice Lispector y Marguerite Yourcenar. Salieron también nombres de autores inflados, valorados por encima de su importantcia real. Naturalmente no citaré a estos últimos. Salió a relucir también de pasada Juan Benet, de quien ahora se reedita Volverás a Región. Siempre es un placer volver a (releer) Región, sobre todo cuando vas entendiendo los juegos estilisticos que hace diez o quince años se te pasaban. Siempre es un placer releer a Yourcenar, la gran maestra.

domingo, 14 de junio de 2009

Últimos días de la Feria


La crisis como excusa, una vez más. Pronto se sabrá si se han vendido un número de libros igual, menor o mayor que otros años.En principio, el descuento podría ser un acicante, si no fuera porque estamos rodeados de descuentos, aunque no en los asuntos o campos que nos interesan realmente. Se habla de que el oro es un valor seguro en estos tiempos (aunque no el oro de anillos y pulseras, devaluado si se intenta cambiarlo por euros en cualquiera de las casas de compraventa que asaltan al transeúnte), pero nada hay más seguro que un libro que se ama o que se descubre. Por eso, no ya la Feria, sino las librerías o las bibliotecas, tendrían que estar a rebosar.
Por mi parte, voy a leer estos días una novedad de este año que ya se publicó hace unos meses, Aunque seamos malditas, de Eugenia Rico.


Suárez. Se le recuerda porque se celebra el aniversario de las primeras elecciones democráticas que él junto a los ciudadanos y otras figuras como T. Fernández-Miranda, hicieron posible. Hoy leo en El PAÍS una frase que se le atribuye en un momento de lucidez dentro del laberinto de desmemoria en que vive: "Yo siempre estoy dispuesto a pedir y dar perdón". He aquí un ejemplo de tolerancia en un personaje que ya mostró su dignidad en el Congreso en febrero de 1981. Con sus luces y sombras, Suárez gobernó para las mayorías y no en función de sus convicciones. Sin duda las tenía, pero no hizo una aplicación dogmática ni sectaria de ellas.
La distancia entre el primer presidente del Gobierno de la democracia y la habitual derecha llena de lugares comunes que forma parte de la escena política es abisal.

martes, 2 de junio de 2009

Lobos y corderos

(...)Pasará el tiempo
y el lobo perderá la memoria.
Tal vez la instantánea
vaya a parar al cajón de un librero
junto a una cupletista,
un beduino y una vista de París.
Entonces ya no será pariente de nadie
(...)Será mucho más retrato que lobo.
(De Lobo retratado en Lobotomía, de Javier Barreiro)
Acaba de publicar el poeta, ensayista y profesor de Literatura Javier Barreiro, un poeemario en torno al lobo, a los lobos. Y mientras lo leo pienso en la vieja dicotomía: lobos y corderos, ángeles y demonios. Para ponerlo más difícil, a menudo las apariencias engañan. Lobos y corderos s intercambian los papeles, se disfrazan con ropajes ajenos, se camuflan. Pero aun así se les distingue.

FERIA DEL LIBRO. Este año el ritual se repetirá: los bestseller animarán las ventas, los autores con lectores fieles verán el rostro de quienes les acompañan, y los escritores minoritarios (y con frecuencia incluso buenos) tendrán también inesperados encuentros con lectores que tal vez los descubran.

Crisis. Parece inevitable en las conversaciones. Como tiene un componente emocional aunque tiene una traducción muy real, ahora se vislumbran dos opiniones: la de quienes sueñan con brotes verdes de cambio y recuperación y la de quienes siguen diciendo que el año que viene será peor. Las dos pueden tener razón y hasta coexistir.
Hay algo muy cierto, por otra parte: el dinero, sea la nómina, o el ingreso regular o incluso de bolsillo, no cunde. Los bancos se llevan las ayudas, ahora se les garantizan las hipotecas de viviendas protegidas. Vale, no hay más remedio que ayudarles. Pero el dinero no circula, y los bancos no se hacen cargo de la situación... de clientes e hipotecados.
En cuanto a las medidas del Gobierno, algunas son acertadas, otras no llegan, y otras más no se entienden. Por ejemplo, lo de que ahora los recibos de teléfono y de luz sean mensuales y no cada dos meses como el año pasado. Alguien pensará que es algo banal e insignificante y seguramente lo será para quien tenga la cuenta corriente saneada. El resto, imagínense, no acaban de pagar uno y ya tienen el otro delante. Ni siquiera es necesario ser mileurista para comprender que recibo a recibo (siempre con su correspondiente IVA)una nómina puede quedarse en nada una vez pagados todos ellos.
En fin, lobos y corderos. Ángeles y demonios. A menudo estos últimos no son más que el anverso y el reverso de una vida. A los primeros por suerte se les distinque.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Catorce semanas

Flota un debate social bajo un transfondo político sobre el nuevo proyecto de Ley de aborto que se discutirá y matizará en el Congreso. En un mundo ideal el aborto no debería existir, o ser algo residual. En el mundo en que vivimos, es una realidad y con frecuencia una tragedia, que viven miles de mujeres en este país cada año. ¿Por qué abortan? Porque piensan que no tienen otra opción, y a veces este sentimiento es algo literal. Regular esa realidad y evitar el aborto clandestino son razones de peso para legislar sobre esta delicada materia. Al mismo tiempo es necesario, urgente más bien, que se haga una campaña multidisciplinar como dicen algunos, para reducir esos más de cien mil abortos que se producen al año. Una reducción que no va a venir de ningún sermón ni de recetas del pasado, sino de una apropiada información y formación en anticoncepción.
Algunos están poniendo el foco mediático en la oportunidad de que una joven de 16 años pueda abortar sin permiso paterno. Creo que no es una cuestión central, aunque entiendo el pánico de algunos padres ante la posibilidad de que sus hijas tomen esta decisión en solitario. ¿Tiene suficiente madurez una chica de 16 años para abortar? Depende de cada chicha. Es posible que una mayoría no esté madura ni para abortar ni para tener un hijo, pero seguro que tras enfrentarse a esta disyuntiva madurará, claro que madurará. Dolorosamente, desde luego. Por otra parte no hay que olvidar que no todas las familias son felices, ni iguales. Si una chica no tiene confianza en sus padres (quizás de manera muy fundada) o piensa que les va a causar un daño brutal y quiere evitarlo, puede que oculte esta decisión que en el fondo es fundamentalmente suya. Lo normal, sin embargo, es que cuente con los padres tanto para seguir adelante con el embarazo como para abortar. Puede incluso que sean los padres los que quieren que aborte, y la hija no.
A mí me preocupa más el plazo elegido para el aborto libre: catorce semanas. En otros países son doce. Yo me inclino a que el plazo permitido sea el mínimo necesario. Dicen algunos expertos que hay mujeres que no se enteran de que están embarazadas hasta pasado un mes, pero creo que con diez o como mucho doce semanas hay tiempo más que suficiente. Los casos médicos graves, además, ya cuentan con un plazo mayor, hasta las 22 semanas.

lunes, 18 de mayo de 2009

La vida no se resuelve nunca y la salvación es enigmática


Hace años, al leer Una vida inesperada, de Soledad Puértolas, comprendí algo que todos de una forma u otra acabamos descubriendo, la dificultal de ser uno mismo a todas horas ante los demás, o lo que es lo mismo, la fragmentación a la que nos someten las miradas que nos comtemplan. La protagonista de la novela dirige una importante Biblioteca de carácter público u oficial y a veces ni siquiera se explica por qué creen sus jefes que desempeña bien su cometido cuando ella considera que no hace nada extraordinario. Al mismo tiempo, encuentra una especie de liberación en la práctica de natación en una piscina cubierta a la que acude algunas tardes. En ese ejercicio físico se encuentra a sí misma y se afirma como un ser independiente al tiempo que comparte espacios y vestuarios con otras mujeres desconocidas a las que nada le une, pero con las que se siente cómoda porque sea cuál sea su edad o situación, en la piscina todas son iguales. En el fondo, en esta novela surge de nuevo la búsqueda de la identidad, tan cara a Puértolas.
Fuera de estos dos escenarios, la protagonista de Una vida inesperada tiene una vida tan solitaria o llena como otras personas que habitan en una gran ciudad. Al contrario de lo que ocurría hace años en poblaciones pequeñas, en las que cada vecino era conocido y suscitaba opiniones unánimes, el personaje de Puértolas se mueve en diferentes espacios y en cada uno de ellos brilla o se percibe sólo una parte de sí misma: en la Biblioteca tiene responsabilidades y gente a su cargo; en la psicina es sólo una mujer más de mediana edad que se relaja, y en su barrio una señora separada desde hace tiempo...Esa fragmentación, esa idea de que muchos son los que conviven con nosotros a diario y que sólo conocen una parte externa y circunstancial de lo que somos, tiene una parte inquietante. Pero permite también a la protagonista de la novela disfrutar de una gran libertad para moverse a sus anchas, aunque suponga una creciente pérdida de identidad.
Vivimos en un mundo paradójico en el que apenas podemos dar un paso sin ser vistos y tal vez examinados pero a menudo con una visión parcial que nos roba algo de nuestra identidad. Puede que hayamos sido muy estudiosos de jóvenes, pero de pronto el trabajo que desempeñamos o encontramos tiene una parte banal que nos hace aparecer como superficiales en determinados círculos; o puede que hayamos construido nuestra vida en base a la honestidad o con la vieja idea de los setenta de servir y ser útiles, pues queríamos cambiar el mundo, y que alguien ignore ese eje esencial atribuyéndonos hipotéticas ambiciones... O que incluso quien apenas sabe de nosotros nos impute artimañas ajenas a nuestras inclinaciones. Puede, en definitiva que haya en todo esto algo de Babel, o esa idea caótica de "a río revuelto ganancia de pescadores".
Puede que haya que aceptar que la vida es así, que, como se lee en la contraportada de esta novela editada por Anagrama, "la vida no se resuelve nunca y la salvación es una palabra enigmática". A veces eso implica aprender a aceptar el desconcierto de que cualquiera pueda introducir velos o trampas sobre lo que somos, pero conscientes de que esas miradas que nos contemplan desde el prejuicio, la indiferencia o el tópico son al mismo tiempo contingentes.

martes, 12 de mayo de 2009

DOS POR CINCO, NUEVE

Dos por cinco igual a nueve. Falta una. Está ausente. Silenciada, asesinada. El título reúne a cinco mujeres maltratadas (perdón, cuatro) que escriben su historia, y a cinco escritoras que se encuentran con ellas y escriben sobre su terrible peripecia. Diez miradas sobre la violencia de género. Ayer se presentó en Madrid, con algunas de las escritoras que han intervenido (Eugenia Rico, Espido Freire, Ángeles Caso, Lourdes Ventura) y algunas de las mujeres que han reflexionado desde la escritura y la memoria personal sobre su recuperación a partir de una situación límite. Se encontraba allí también Miguel Lorente, delegado del Gobierno de (contra) Violencia de Género, uno de los principales expertos en maltrato machista. Desde hace muchos años Lorente médico forense, conoce y estudia los mecanismos por los que se perpetúa el machismo. Su primer libro, cuyo titulo recogió de una mujer maltratada, es escalofriante: Mi marido me pega lo normal. Fue un aldabonazo.

El libro, de Península, está en mis manos. Como dijo Maribel Verdú, presente en el acto, rezuma mucho, mucho dolor. Y provoca mucha, mucha indignación. Una de las autoras, la escritora Lourdes Ventura, unió algo esencial, el proceso de escribir y reflexionar que implicaba para estas mujeres reflejar la propia y dolorosa historia. No en vano, recordó Ventura, las mujeres han ido accediendo tarde no ya a la lectura (fundamentalmente para que pudieran leer el Nuevo Testamento y las oraciones del Misal) sino a la escritura, peligrosa herramienta que permite expresar la individualidad. Afirmarse. Allí estaba también Alejandro, el chico que creció sin madre porque alguien muy próximo se la había arrebatado. Ahora es él quien ha prestado la voz a su madre muerta: un doble viaje personal que le permite rescatarla y a la vez buscarla, encontrarse con ella, encontrarse consigo mismo, es decir con la vida pura y simplemente.

lunes, 11 de mayo de 2009

El conde Vronski y otros depredadores emocionales



Recordemos la escena, tan universal, del conde Vronski descubriendo por primera vez a Anna Karenina. Deslumbrado, Vronski decide en ese momento que esa maravillosa mujer tiene que pertenecerle. No piensa en lo que les separa, ni en la perturbación emocional que su deseo puede acarrearle a ella, mujer casada, y madre, en la Rusia del XIX. Todos los lectores de Tolstoi sabemos cómo acaba esta historia. El terremoto emocional que causa Vronski en Anna, los días de una felicidad que ella, acomodada a la vida que tenía antes de conocerle, no buscaba ni deseaba, la pérdida de sus hijos, la tensión acumulada que lleva a nuestra heroína al deterioro psicológico.
Sin el dramatismo de Anna Karenina, muchas personas se ven unidas a veces a esos depredadores emocionales (ellos o ellas) que buscan su presa, seducen, y luego descubren que la responsabilidad y no digamos el compromiso no va con ellos. Las excusas pueden ser múltiples: el amor se acabó, o bien el objeto de su amor (que no sujeto) no se plegaba a sus exactos deseos, o no era, en definitiva, lo que esperaban.
Con todo, hay que reconocer que el amor no es una ciencia exacta, pueden surgir estos y otros espejismos y, salvo que se trate de casos patológicos o extremos, madurar conlleva aceptar equivocaciones y asumirlas con respeto y elegancia. No en vano incluso en las historias que terminan mal hubo probablemente unos días de amor y felicidad que tal vez compensaron ese abrupto adiós... El final de Anna Karenina es literario, pero afortunadamente irreal en nuestros días.
Lo terrible es que la vida misma está llena de depredadores emocionales y no necesariamente amorosos. Individuos que inicialmente no conocemos y en los que no nos hubiéramos fijado, pero que ponen su mirada en nuestra vida o en algo que nos concierne, hasta convertirnos en víctimas de su voracidad o su frivolidad. Puede ser alguien que de pronto irrumpe en nuestra rutina social o laboral, alguien que descubre algo valioso en nosotros y que nos obliga a prestarle atención para complicarnos poco a poco la existencia: quizás nos ofrece una ayuda que luego acaba cobrándonos cara; tal vez nos ofrezca trabajo (a pesar de que ya lo tenemos) para descubrir despues que el gran sueldo anunciado depende de comisiones que menguan con el tiempo. Eso si no se trata de un encargo que nos lleva tiempo y esfuerzo y que luego no podemos cobrar (incluso puede que se nos inste a devolver la parte recibida) porque nuestro cliente ha cambiado de oponión o no puedo pagarnos aquello que libremente nos solicitó.
A veces de trata de algo más sutil, como le ocurrió a la protagonista de una conocida película (Mujer blanca, soltera... era el título) en la que una chica ponía un anuncio para para compartir su piso y la inquilina recién llegada, a través de una especie de admiración-envidia, empieza a imitarla, a despojarla de sus costumbres, su estilo de vida y cómo no, de su pareja. O de algo aparentemente nimio, pero molesto: un vecino que de pronto decide reprocharnos algo que sólo tangencialmente está en nuestraa manos resolver y que debido a la cercanía, nos va mortificando y envolviendo, sin poder cortar racionalmente esa bola de nieve. Puede ser incluso algo peor, o con consecuencias más gravosas: alguien que nos propone con ahínco un negocio, o que nos solicita de forma reiterada que le vendamos la vieja casa de la abuela que se encuentra en la montaña a la que casi nunca vamos, o alguna propiedad que codicia o de la que dice sentirse atraído, casi enamorado. De repente a esta persona parece irle la vida en que le prestemos atención, interrumpamos nuestra actividad, comprendamos sus sueños. A nosotros todo eso nos resulta ajeno en principio, tenemos nuestras propias obligaciones y prioridades y no soñamos con rentabilizar la casa de la montaña porque ni somos inversores ni nos gusta complicarnos innecesariamente la vida. Sin embargo, estetipo de gente no aceptará una negativa, pondrá su empeño en que el negocio se haga porque en su cabeza está ya todo decidido. Todo, además, con prisas. Bien, ¿nos libraremos por eso de ellos, una vez realizada la transacción? No. Esta gente no se para en nada. Si una vez que tienen el objeto en sus manos algo no funciona, o no era lo previsto o deseado, y en la montaña por ejemplo, hay a menudo ventisca, y no sólo nieve, o acariciaban incorporar una colina colindante(por el mismo precio), pero que en puridad no forma parte de la casa, le pedirán cuentas a usted que no les buscó ni quería meterse en líos. Y usted será responsable de todo, de que se hayan equivocado en su apreciación, de la ventisca, de la colina que no advirtió que no era suya (¿y cómo iba a hacerlo si usted sabía perfectamente que no era suya y que no podía ofrecérsela?) Y usted tendrá que hacer frente a insinuaciones, a acusaciones, hasta verse envuelto en una situación kafkiana. Pero ya no se trata de literatura, sino de la vida misma, de la acción depredadora de unos contra otros. En una novela se pueden conducir los hilos, seguir una lógica, o irse definitivamente a la ensoñación. En la vida todo se complica, porque si se aviene a pactar el depredador se afirma en su paranoica visión de que usted es culpable; y si usted no pacta porque se siente herido en su buena fe, es que es culpable también.
¿SERÁ CIERTO QUE QUIEN SIEMBRA VIENTOS RECOGE TEMPESTADES?
¿Sienten remordimientos estas personas por haber hecho perder, por ejemplo, un trabajo seguro a alguien? ¿Piensan si están hostigando o calumniando a alguien o si están arruinando a una familia? No, sólo piensan en lo suyo, hasta llegar a victimizarse y a querer rentabilizar su error. Todo menos reconocer que se equivocaron solos. ¿Cómo valorar entonces el daño que causan, cómo evaluar su responsabilidad moral? En otros tiempo se diría que Dios ya les juzgaría, pero somos una sociedad laica. Dios está muy lejos (demasiado lejos a juzgar por todo lo que pasa) y esa gente, en el mejor de los casos irresponsable, envenena la vida de sus semejantes sin que se les altere un sólo músculo. No siempre son conscientes de sus actos, pero el daño está ahí. Es su responsabilidad. El dolor que causan, más allá de los perjuicios materiales, es tangible. Si existe una secreta ley de las compensaciones, si hay unas reglas morales, que no legales, que regulan este milagro de la existencia, todo eso no puede quedar impune. No importa que nunca lo sepamos, pero en algún momento, alguien, algo, acaso ellos mismos, les hará mirarse al espejo y descubrir de golpe los pliegues más oscuros de su rostro.

miércoles, 6 de mayo de 2009

La verdad y la impostura

Es un error pensar que los buenos siempre ganan. O que la verdad al final triunfa. O que quien miente es desenmascarado. Sólo los niños creen que eso es así. La vida es pura incógnita. La moral y la vida no siempre van juntas, tampoco la justicia y la verdad se dan siempre la mano. A veces no se descubre la verdad simplemente porque no interesa ahondar, ni profundizar; otras simplemente se da por buena la mentira.
La bondad, unida a la inteligencia, qué duda cabe que ayuda a ser feliz, pero no a ganar. A estas alturas ignoro si la mentira además de dar dinero a quien la practica o de confundir a quien observa o juzga, proporciona alguna clase de felicidad. Quiero creer que no, confío todavía en que quien miente o deshonra para ganar sea consciente del mal cometido. Quiero creer aún que ese mal no puede quedar impune. La literatura a menudo nos da ese consuelo. Hay muchos finales no felices que sin embargo, desenmascaran en la última frase al impostor. A veces lo vemos también en la vida misma.

sábado, 2 de mayo de 2009

La literatura y el dinero


Comparto el tono, la cadencia y el fondo del artículo de Andrés Ibáñez en ABCD. Se considera que el editor está en el mundo real, y el escritor en el ideal, quizás porque la ficción se pega a la propia piel. He oído cientos de veces eso de que escribir bien y publicar (en un periódico, en formato libro) es ya de por sí una recompensa. Pero como dice Ibáñez, el autor también tiene que pagar la luz, las facturas del dentista y la remodelación de su hogar, por no decir el recibo del colegio de sus hijos. Hay cierta hipocresía de fondo en todo este asunto. Es cierto que hay autores (pocos) capaces de vivir de la literatura, e incluso dotados de cierta habilidad para hacer dinero con la escritura. El resto sobrevive, y algunos,los que se atreven a decir que quieren ganar algo de dinero publicando son tachados a veces de interesados.
En fin, amar los libros quizás conlleva no amar el dinero, pero más allá de eso, el artículo de Andrés Ibáñez es esclarecedor porque expresa en público algo que muchos autores, de uno u otro modo, han experimentado.
No cabe duda de que a veces se da una mala relación entre el escritor y el dinero, pero no tanto como dar por descontado que es carne de cañón para ser engañado o como para pensar que el autor no tiene también hijos, casa e hipoteca.
Belén Gopegui ya trató el tema del dinero y cómo éste arruina amistades de años. Es un tema que podría dar para una trilogía... Por ejemplo, los bancos. He ahí una institución que nunca pierde, a pesar de que la actual crisis financiera haya nacido en su seno. Se dice que la gente se endeudó por encima de sus posibilidades en tiempos de bonanza al comprar la vivienda, pero se olvida que el precio de esos pisos o adosados estaban por encima de lo razonable. La gente simplemente tragaba y para pagar la minicasa a precio de supercasa, se endeudaba. Luego resultó que Trichet combatía la inflación a golpe de subida de tipos: la pobre gente que ya compró un piso por encima de sus posibilidades gracias a una financiación accesible pero peligrosametne alta, se encontró con intereses insoportables. Luego vino la crisis, se desinfló la burbuja, y ahí quedaron sus víctimas. Ahora, con la recesión, esta pobre gente que sólo quería una vivienda está pagando por igual la caída de la burbuja inmobiliaria y la voracidad de los bancos. Su vivienda vale cada vez menos, quizás el precio que debió valer en su origen, pero siguen pagándola al desmesurado valor que imponen los bancos. Porque todavía hay hipotecas que no han bajado, al contrario, han subido, al no influir todavía el descenso de tipos en su renovación anual. Esta gente debe esperar aún cinco o seis meses para que el banco les redondee de acuerdo con el euríbor. Algunos entrarán en quiebra en el camino y no llegarán a tiempo de la rebaja.
Imagínense el más avaro de los caseros. Es más fácil que pacte alguna ventaja con su inquilino en estos tiempos de crisis, que el banco con su prestatario. Ni tienen alma ni quieren tenerla.

jueves, 30 de abril de 2009

Literatura y deseo

La felicidad es un bien escaso, pero no esquivo. El exceso de deseos y expectativas, la acumulación de resultados felices suele fagocitar la felicidad. Pero la ausencia de deseos, tan zen, puede devenir en parálisis. He aquí el problema central de la vida y de la literatura: el deseo alimenta ambos mundos. El exceso de deseos puede arruinar a veces parte de la vida; la ausencia la fagocita.
Antídotos: leer. Yo ahora leo varias libros, como casi siempre, por unas y otras razones, desde El niño abandonado (Gedisa) a Las mujeres sabias (Herder). Y todavía estoy, ya terminando, con los Diarios de Mansfield.

sábado, 25 de abril de 2009

La ética y la crisis

Todo es política, sí, y todo, a la postre, también tiene un componente moral. Criticamos la ética del derroche porque hace perder la perspectiva y fomenta la insolidaridad, al menos en teoría. Pero la crisis tiene unas connotaciones éticas en cierto modo más obvias. La escasez y la incertidumbre fomentan la impotencia personal por un lado y la insolidaridad colectiva, la cultura de la supervivencia, el sálvese quien pueda.
La crisis tiene una vertiente psicológica que avanza como bola de nieve. Cierto que hay un problema financiero de fondo, y que hay una falta de liquidez en determinadas empresas y familias. Pero, ¿por qué empresas e instituciones que no están en crisis actúan como si lo estuvieran y retrasan pagos que finalmente llevan a la parálisis a quienen esperan esas cantidades de forma perentoria?

miércoles, 15 de abril de 2009

La experiencia del deseo


Jesús Ferrero
acaba de ganar el premio Anagrama de Ensayo con Las experiencias del deseo. Eros y misos. Una obra sobre el universo de las pasiones en la que Ferrero, reconocido novelista, vierte todo su saber de lector y filósofo. Espero con interés este libro del escritor zamorano que encontró su voz en París, trabajando en un hotel de noche mientras frecuentaba la Universidad de día. Ferrero entró en el Olimpo liteariao con Belver Yin, una primera novela sugerente y llena de claves iniciáticas. Luego han seguido otras muchas historias. El libro que ahora se nos anuncia se mueve en otros registros: el Ferrero reflexivo, el crítico liteario o el profesor de técnicas narrativas. Y sin duda también el viajero que acostumbra a recorrer Grecia y sus islas como un peregrino de los sentido.
Todo eso le ha llevado a pensr que el deseo es inherente a nuestra vida. Quizás fuea mejor mantenerse al margen, en un sentido budista, y ver pasar la vida sin desearla, desde la ecuanimidad. Protegerse en suma, y limitarse a ver pasar el cadáver del enemigo. Pero no es tan fácil esa templanza, y al final, o en medio del camino, el deseo dirige o encauza nuestra vida.

domingo, 12 de abril de 2009

La semántica y los hijos

Se dice que somos lo que comemos. Pero también lo que pensamos, lo que decimos (menos) y hasta cómo lo decimos. Es decir, cómo hablamos. Somos también lenguaje, semántica. Las palabras importan. Me viene esto a propósito de la palabra adopción extendida a mascotas, animales o árboles. Son todas estas acciones muy loables, y hasta necesarias en ocasiones. Pero la adopción tal como se entiende, prohijar a un niño/a en su dimensión más profunda, no debería extenderse a cuidar o hacerse cargo de una mascota o apadrinar un proyecto medioambiental. Hacerse padre o madre de alguien o hacerse hijo de un padre o una madre implica radicalidades y asunciones de compromisos que hoy por hoy se definen jurídica y semánticamente como adopción o acción de adoptar. No es cuestión de polemizar, pero hacerse cargo de un animal que no fue tuyo (posesivo) o que no compraste inicialmente no puede equipararse con tener un hijo no biológico. Al hijo adoptado se le equipara con el hijo biológico, pero la mascota que traes a casa (regalada, comprada, o rescatándola de un refugio) no es una adopción, no equivale a la llegada de un hijo. Se puede usar como metáfora o en cursiva, pero nunca será algo equivalente. Así se lo he escuchado a diversos padres y madres de hijos que fueron adoptados en su momento y que ahora son exactamente eso, hijos.


La actualidad politica no es objeto de este blog fundamentalmente literario, pero no caeré en la ingenuidad de escribir que se puede vivir al margen de la política (aunque pueda incurrir en otras muchas ingenuidades). Hay algo que me preocupa a menudo: la intolerancia hacia el gobernante elegido en las urnas, y la constante de los últimos treinta años de decantarse por un nuevo presidente de Gobierno en función del hartazgo que produce (real o mediático) el mandatario anterior. El que llega no siempre gana, simplemente sucede que el que se va, pierde. La excepción más dramática la protagonizó Suárez(al dimitir de forma más o menos forzada, a quien sólo se ha empezado a valorar de forma unánime una vez que se ha alejado de la escena política. Por cierto, hace unas semanas leí un análisis de E. Juliana que expresaba algo que ya intuí en 2004 durante la investidura de Zapatero y que hasta ahora no había visto escrito: el ligero parecido en las formas de prometer y de enfatizar de Suárez y Zapatero. Es un parecido de talante, más que de personalidades, y sin duda Suárez demostró un mayor peso como estratega. Les une sin embargo, cierta honradez y humildad castellanas, junto a un sentido de la improvisación y una enfermiza timidez que no les permite convencer cuando ellos mismos no están convencidos. Eso sí, Zapatero parece que tiene algunas tablas más, o un mayor optimismo, lo que le será útil en la difícil coyuntura económica de estos días.

miércoles, 8 de abril de 2009

Perdedores y otros bienaventurados


Me siento cerca hoy de los perdedores de causas justas, o dicho en el viejo vocabulario cristiano, de los que que tienen sed de justicia... Me siento lejos de los triunfadores sin causa, de los impostores, de los mentirosos convulsos... No creo que haga falta explicar por qué. Poco importa cuál haya sido la causa o el motivo concreto que me haya hecho escribir estas líneas. Está en mi linea habitual... Y no son sólo grandes palabras.

La vida, además está llena de menudencias, algunas incluso felices. Pero sobre todo de menudencias. Lo que leo hoy, Un dique contra el Pacífico, de Marguerite Duras (de nuevo el escenario de Indochina) mezcla de modo magistral pequeñeces y delirios. Su conocida historia, la plasmada en El amante, flota en esta nueva o no tan nueva visión de Indochina.

No sólo me encuentro con esas menudencias en los libros. La vida diaria, más fácil y más práctica, en conjunto, es también cada vez más compleja y problemática en cuanto a menudencias se refiere. Y evoco las felicitaciones de Navidad, de cumpleaños, de aniversarios. Se dispone hoy de tantas agendas electrónicas que es fácil tener presente una onomástica, una efémerides. Felicitaciones. A menudo sirven para recordar a los más próximos, pero tienen un indudable papel social, sobre todo en Navidad: a través de esas breves frases tópicas se intenta recuperar a socios perdidos. Los cumpleaños cumplen también ese papel ambiguo de afianzar lazos o quedar bien, hacerse perdonar anteriores olvidos hasta para intentar reconquistar amores o amistades.
En los últimos años se ha afianzado una nueva cortesía: felicitar el santo o el cumpleaños al ex. Pero ¿tiene sentido recordar aniversarios entre antiguas parejas? La literatura, como el refranero, ofrece respuestas para todo, pero ¿tiene sentido evocar o recuperar a alguien que ya se perdió, o que se esfumó? Cuando se trata de ex parejas con hijos comunes o excepcionalmente amigos tras el naufragio, parece un detalle agradable y sin más consecuencias. Sin embargo, no siempre las intenciones y los deseos de ambos confluyen, y en ocasiones esa felicitación puede expresar confusión sentimental, además de melancolía y un soterrado deseo de una improbable reconciliación. Eso sí, es una cortesía que se impone en edades juveniles, hasta el punto de que ayer escuché a un joven novio decir a su muy reciente novia:"perdona un momento, mi vida, que tengo que llamar a mi ex, es su cumpleaños". Sorprende tal falta de tacto, pero también que a edades tan tempranas se hable ya de ex con naturalidad. ¿Cuántas acumulará aquel joven cuando llegue a los 50 o los sesenta? Falta de tacto, sin duda. ¿Quizás también frivolidad?

jueves, 2 de abril de 2009

Amistad y literatura


Difícil bimonio. Pero cuando se da, es un privilegio.
No siempre es posible, ya que se filtra la competitividad, y ya no digamos el ego. Pero al calor de la litertura también se dan encuentros para literarios en los que la relación humana fluye y converge o no en la obra literaria de ambos autores. A veces más que amistades personales en estricto sentido lo que se da en confluencias generacionales: los escritores de los cincuenta, los novísimos... Y en ese contexto surgen amistades y pandillas literarias auténticas.
Capítulo aparte son las admiraciones literarias en lontananza, sin amistad por medio. Por ejemplo, Mercè Rodoreda admiraba a Rosa Chacel y a Katherine Mandsfield; María Zambrano admiró en su juventud a la también orteguiana Rosa Chacel. Y a la vez fue amiga de Concha Méndez y ésta de Cernuda. Son relaciones ricas, intensas, y a veces también ligeras, como la lluvia fina, pero inevitablemente persistentes.

viernes, 27 de marzo de 2009

Del humilde preservativo a la necesidad de seguir leyendo y soñando

Lo peor de la campaña de los obispos sobre la modificación de la ley del aborto no es que el lince elegido para la imagen sea extranjero, ni que transforme un tema de conciencia como es el aborto en un debate sobre el mismo aborto dentro de la legislación civil... Lo peor de la campaña de los obispos es que no sirve absolutamente para nada. No sirve para que haya menos abortos, pues sólo llega a los que ya están convencidos. Y de lo que se trata es de que la ley que salga de esta legislatura sea lo más garantista para la mujer desde el punto de vista legal, lo que no implica que incite a abortar a quien no quiera.

Parece claro que el número de abortos crece en nuestro país a un ritmo insoportable. Y aunque no fuera así. Muchos o pocos me preocupa que no se eviten algunos perfectamente evitables. Y los obispos no ayudan a que bajen, porque meten en el mismo baremo lo importante y lo secundario. Tampoco respetan el derecho a una sexualidad responsable. Condenar el uso del preservativo en África es un suicidio. Porque ¿qué es un preservativo? Algo poco glamouroso, poco interesante en sí que, sin embargo, preserva del contagio y evita que éste se multiplique. Decir que un preservativo impulsa la promiscuidad es desconocer que los que son promiscuos lo serán con preservativo y sin él (más bien esto último) y los que no lo son, usarán el preservativo como un ejercicio de responsabilidad. Los que saben que están enfermos y no usan un preservativo en sus relaciones, ¿son tal vez un ejemplo moral, aunque no sean promiscuos? ¿No hay ya bastantes problemas en la sociedad y en la humanidad para inventarse otros sin ningún sentido?
Y volviendo al aborto. ¿Sería mejor que no hubiera ley y que las que abortan lo hicieran en las atroces condiciones de la clandestinidad? ¿Consideran los antiabortistas ejemplar la conducta de esa mujer que no abortó, mantuvo a escondidas su embarazo por temor o vergüenza y tras dar luz escondió al hijo ya parido en una bolsa de plástico en su armario? Un niño, además, que ha muerto, según se ha sabido estos días. No podemos ponernos en la cabeza de esta mujer, ni saber qué pretendía. En cualquier caso la ley del aborto si está para algo es para evitar los abortos clandestinos o las muertes accidentales de niños nacidos y no siempre deseados.
Que haya una ley no impide que se eduque a los adolescentes para que no se llegue al aborto y ahí los grupos católicos sí que podrían hacer una labor si a la vez reconocieran que la anticoncepción es un camino válido. Porque ¿cómo decir que los niños no nacidos no están lo bastante protegidos y dejar en el camino tantos niños ya nacidos que siguen anclados en la pobreza y el hambre? ¿Cómo se puede insistir en que el aborto es un drama para la mujer y a la vez ofender a esa hipotética mujer que abortó llamándola terroristas con imágenes de fetos que por dignidad ya que no por piedad deberían estar fuera del debate. Y es que siempre he pensado que la falta de compasión, sea religiosa o laica, implica una deshumanización, un retroceso, una implicita reivindicación del fin justifica los medios. Lo que viene a ser como decir "yo reivindico tal cosa, porque creo en ello, porque tengo derecho, etcétera, y para eso uso el todo vale. Pues no, no todo vale.



Hace muchos años, mujeres ilustradas como Carmen de Burgos, Emilia Pardo Bazán, Zenobia Camprubí o Constancia de la Mora lucharon por las libertades y por la dignidad de la mujer. No importa el tiempo transcurrido. La igualdad está aún lejos. Hay que seguir combatiendo. Hay que seguir leyendo. Éste último es un camino lento, pero seguro.

viernes, 6 de marzo de 2009

Chéjov, siempre Chéjov

He realizado dos viajes en la misma semana en trenes de los llamados de media distancia, uno de ellos a Salamanca para hablar de Constancia de la Mora Maura y su hermana Marichu en unas jornadas del Centro de la Memoria dedicadas a la mujer con motivo de la festividad del 8 de marzo.
En estos viajes en trenes sencillos, sin cafetería, sin apenas servicios más allá del hecho de viajar, he redescubierto una cierta libertad. Viajar sin más, pasando en estas ocasiones por parajes hermosos, impagables, al filo de la sierra. Y con los Diarios de Katherine Mansfield, que he retomado. Ayer leí una evocación de Chéjov, de ese Chéjov en cuyos cuentos nunca pasa nada y pasa todo. Me gustó esta llamada de K. M. a Chejov: "¡Ay Chéjov! ¿Por qué estás muerto? ¿Por qué no me es posible hablar contigo en una habitación grande y más bien oscura, al atardecer, cuando la luz se vuelve verde por el balanceo de los árboles en el exterior?" Qué sugerente imagen, qué soledad la del escritor que no encuentra a la luz de la tarde a Chéjov, y por el contrario sólo cosecha el vacío y el cansancio del día que termina.... Que nadie nos arrebate esta belleza gratuita que el dinero no puede pagar ni conquistar; que nadie nos eche encima sus miedos para que nosotros tengamos también miedo.... Guardemos la pequeña felicidad de ese momento único en que sabemos y vemos que todo está bien a nuestro alrededor. Todo eso es lo que deseo hoy a todos los que lean estas líneas y a todos los que aman la literatura y la vida.


Cambio de registro. El sábado vi al fin la exposición de Francis Bacon. Dolor, dolor, expresión del dolor, la vida a dentelladas, la vida invivible. Cuánto dolor (y por suerte arte, no un sufrimiento que se diluye en la nada de la experiencia personal). Y recuerdo de pronto Cuanta, cuanta guerra de Mercè Rodoreda. La escritora catalana, exiliada, ya escribía que en las guerras nadie gana, todos pierden, porque el coste es demasiado alto incluso para los vencedores. Así ocurrió en la GC española. Pero ojo, hubo unas víctimas claras: los derrotados, los asesinados, los represaliados, los exiliados. Y unos responsables morales: Se recuerda que una vez iniciada la confrontación, hubo crímenes por ambos lados, y no voy a discutirlo, aunque es una afirmación que habría que matizar. Pero esa confrontación tuvo unas causas y unos responsables directos. Había ya desde el fallido golpe de Sanjurjo, elementos dispuestos a una sublevación para derribar el sistema político y parlamentario imperante. ¿Que no había más remedio, que la guerra era inevitable? Por Dios, ¿porque había elementos incontrolados o terroristas de derecha e izquierda había que ir al caos y la barbarie de matarse todos? Hubo gente que preparó durante meses el golpe con sectores económicos y con legaciones diplomáticas extranjeras como Alemania e Italia. ¿Que estos golpistas no querían ni mucho menos ir a la GC? Por supuesto, querían aniquilar a sus adversarios sin generalizar las matanzas. ¿Y qué? Al iniciar una senda tan peligrosa como envenenada eso es lo que cosecharon. El golpe no triunfó, pero tampoco fue sofocado por el Gobierno, y ahí surgió el delirio, la devastación, el todos contra todos. Y los que no querían pelear con nadie que se aguantaran, tendrían que acabar haciéndolo si no les mataban antes.
No creo en la mística de las pistolas, sino sólo en la mística, a ser posible templada,
es decir, no exenta de racionalidad y humanidad. No voy a mitificar a nadie de los que protagonizaron la contienda desde el punto de vista de las armas. Pero no olvidaré que la guerra la empezaron unos, y que sobre esos recae la responsabilidad histórica. La equidistancia no sirve en esto, no todo vale, ni se puede echar basura a los otros para defender o aminorar elo indefendible.
Y al final vuelvo al principio: ir a por la pequeña alegría de los pequeños momento de gracia, porque como decía Carmen Laforet, el sufrimiento ya vendrá solo... O no.

(Ley de plazos. Es lógico que los legisladores quieran ordenar y actualizar la Ley del aborto, a fin de que ninguna mujer sea condenada ni amenazada por tomar esta difícil decisión. ¿14 semanas? Me parece mucho, teniendo en cuenta que los casos realmente complicados tendrán más tiempo. ¿Doce, diez? Cuanto menos semanas mejor. Y en definitiva cuantos menos abortos mucho mejor. Pero ojo, para ello hay que formar en la responsabilidad y desplegar todos los medios para evitar los embarazos no deseados. Eso supone tomarse en serio la sexualidad, sin miedo, y educar al mismo tiempo en la certeza de que los actos tienen consecuencias y que, cada uno debe asumir sus propias decisiones con responsabilidad. Sin olvidar que siempre habrá un número de mujeres desesperadas dispuestas a interrumpir su embarazo como única opción. Lo que ellas necesitan no es moralina sino recursos económicos y educativos que les permitan realmente elegir.)

martes, 24 de febrero de 2009

Poesía y revelación

Juan Larrea, espíritu libre, es rescatado del olvido con Poesía y revelación, que acaba de publicarse. El hispanista Gabriel Morelli considera que esta recuperación cubre el «vacío» existente en la obra de Larrea, una de las figuras más sugestivas de la Generación del 27. Desprendido, austero, místico y a la vez comprometido con su tiempo, Larrea es a la vez un poeta atípico y necesario en ese universo privilegiado que fue La Edad de Plata.
Con motivo de esta recuperación literaria se ha contado una anécdota de sus años de exilio (tras la derrota republicana) que define al hombre: devolvió integro un giro que le envió Buñuel por no estar de acuerdo con la propuesta de su amigo. Esta coherencia tiene aún más valor si se añade que en ese momento Larrea tenía que encargarse de la educación y manuntención de su nieto y le venía muy bien el dinero.
La necesidad es crucial, pero el espíritu siempre exigirse volar más alto.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Carmen Laforet más allá de "Nada"


El misterio sigue envolviendo a Carmen Laforet más allá de su muerte. El libro de su hija, Cristina Cerezales Laforet, no supone una gran revelación, sino uno conjunto de pequeñas revelaciones. Es un libro literario, no una biografía. Sin embargo, este libro, Música blanca, vale tanto por lo que sugiere como por lo que aclara. Con este obra y lo que lectores y estudiosos hemos escrito de CL, el misterio sigue, pero ya no es tan denso ni hermético. Sin embargo, hay quien sigue empeñado en asociar a CL con el misterio, sin tener en cuenta las aprosimaciones a su obra y a su figura que desentrañan algunos de esos velos.
CL escribió Nada en estado de gracia, registrando en ese texto lo mejor de sí. Llegar a la cima siendo tan joven, tan inexperta y sobre todo siendo mujer en una etapa histórica en la que la mujer no tenía más identidad que la de madre y esposa, salvo que se quedara en el limbo de la soltería (aunque paradójicamente sólo la soltera encontraba la puerta laboral abierta) fue un inconveniente. Ser madre y escritora no era fácil, pero ser madre de cinco hijos, exigirse continuamente y querer estar a la altura de la primera novela supuso un esfuerzo agotador.
CL, además, vivió sucesivas crisis de identidad tras su matrimonio. La presión mediática, por su parte, podó esa soberana libertad interior con que escribió Nada. No encontró esa nueva novela de personajes que le sugirió Juan Ramón y que le hubiera permitido avanzar en la senda de Nada y, por otra parte, su inesperada conversión a un catolicismo militante le hizo volcar su confusión existencial a La mujer nueva, resolviendo el conflicto del modo equivocado. Por último se separó de su marido en los setenta sin contrapartidas económicas, lo que la condujo a la necesidad de ganarse la vida y no sólo de crear. En fin, sabemos bastante ya de CL. Vila-Matas escribió hace unos años un delicioso libro sobre escritores que abandonaban la escritura (aunque no citaba a CL), y el mundo literario está lleno de voces que se apagan tras una primera obra genial. Indagar en los enigmas que rodean a CL puede ser interesante, pero el misterio es cada vez un misterio menor. Podemos adentrarnos en su vida privada, podemos especular, e incluso plantearnos cómo influyó el pacto que le impuso su ex marido de que no escribiera sobre él y su relación. Lo que no tiene sentido en aferrarse al misterio para seguir hablando de una Laforet más literaria que real.

miércoles, 28 de enero de 2009

Ya sólo habla de amor


Me apetece leer la novela de Ray Lóriga Ya sólo habla de amor. Quiero redescubrir a este autor que hace unos años aun sintiéndome yo bastante moderna (contemporánea más bien) me parecía demasiado moderno y que hoy ya, a fuerza de tiempo, me parece más cercano (desde el punto de vista generacional). Pero sobre todo deseo leer Ya sólo habla de amor en un momento en que no quiero hablar de amor (o no todo el rato) y en el que no empezaría (eso creo) una novela de amor necesariamente, aunque sí con algo de amor (porque entonces, ¿de qué escribir? ¿de muerte?), justamente por haber escrito ya más de una novela de amor (y más cosas, pero sobre todo de amor).

martes, 27 de enero de 2009

Probablemente

Asistí con indiferencia a las primeras noticias sobre la campaña atea en los autobuses. Pero reconozco que la palabra "probablemente" es un acierto. Elegante, inteligente y nada impositiva, el probablemente quita rudeza a la expresión completa: "Probablemente Dios no existe". Ha habido réplicas cristianas, como es sabido. Quizás falte una posición intermedia: "Posiblemente Dios sí exista". Sugiere cierta perplejidad, cierto deseo. Es posible. Lo otro, que no, es probable. ¿Quién puede saberlo? Torrente Ballester aseguraba con humor que los días pares creía y los impares no, o viceversa. Es razonable, y tiene un por si acaso. En medio, cada uno con su libertad puede construirse su espiritualidad. La ética, religiosa o no, puede ser también insobornable o vacía. Depende.

sábado, 17 de enero de 2009

Música blanca/ Carmen Laforet


Cristina Cerezales, hija de Carmen Laforet y escritora, además de pintora en la primera parte de su vida, ha publicado un libro no sólo sobre su madre, sino desde ella misma, desde la voz desdoblada de hija que sabía de la autora de Nada lo que probablemente nadie sabía. Música blanca, que así lo titula, recorre la vida de Laforet desde la mirada de la hija, desde el final al principio, desde ese silencio físico y vital en que se sumió la escritora cuando decidió no ya dejar de escribir sino escapar de sus limitaciones y circunstancias.
Cuando escribí Mujeres de la posguerra (Planeta 2002) uno de cuyos ejes centrales gira en torno a Carmen Laforet, publiqué casi toda la vida de la autora, al menos casi toda la vida que yo conocía. Y lo que no escribí fue porque no lo sabía o porque no estaba segura de si lo sabía. Ahora Cristina escribe lo que sólo ella puede ofrecer al lector. Desde la cercanía y la media distancia que le proporciona el doble hecho de que Carmen Laforet y su marido, Manuel Cerezales, de quien se separó en la segunda parte de su vida han muerto, rescata a su madre del olvido y de las interpretaciones y hasta ensaya su voz, que en el texto aparece entrelazada y diferenciada de la suya. Los que aman a CLaforet encontrarán mucha música, blanca casi siempre, pero no por ello menos intensa, en esta obra firmada por su hija y editada por Destino.

jueves, 8 de enero de 2009

Rembrandt / Otro final

El Prado lo anunció: el 6 de enero terminaba la exposición de Rembrandt. Pero, al parecer, la exposición expiró exactamente a las 14 horas. En la tarde del 6, día de Reyes, un puñado de almas asomó por el Museo, pero éste, a pesar de estar iluminado por dentro y por fuera, permanecía cerrado a cal y a canto. ¿Tiene sentido ir a una exposición en las últimas horas previas a su cierre? Sin duda. Aunque sea sólo para ver dos cuadros. Pero al elegir la fecha del 6 como final, ¿se estaba diciendo que la fecha límite era realmente el 5? Tal vez. Una fecha imposible, por cierto, porque era el día de llegada de Reyes y de la compra de regalos familiares. Por el contrario el 6, una vez cumplido con el ritual de regalar y de que los niños estuvieran ya con sus juguetes, prometía un descanso, un paréntesis, un museo.... Pero el final fue otro.
Otro final es una sugerente colección de 451 Editores para recrear películas e historias conocidas. Una de las más emblemáticas es la de Casablanca: ¿qué hubiera ocurrido si ella se hubiera ido en el avión con Bogart y no con el héroe? Un nuevo final para viejas e imprescindibles historias. Lourdes Ventura y otros narradores son los encargados de dar otra vuelta de tuerca a los finales establecidos.