De arriba abajo, imágenes de Isabel Oyarzábal, Mercè Rodoreda, Constancia de la Mora, Matilde Ucelay, Zenobia Camprubí (cubierta de Las republicanas "burguesas") y las hermanas María y Matilde Moliner.
martes, 14 de abril de 2015
Amigas y republicanas
El libro Las republicanas "burguesas" (editado como ebook y a punto de publicarse en edición impresa por Punto de Vista Editores) me ha dado la oportunidad de evocar a un puñado de mujeres excepcionales identificadas con la Segunda República o que crearon su obra en ese periodo. Ninguna era una desconocida para mí, ya que había escrito previamente de ellas. En especial de María Moliner, Constancia de la Mora y Merè Rodoreda, de quienes ya había escrito en anteriores libros. Sinembargo, en Las republcianas "burguesas", hay un personaje nuevo, Zenobia Camprubí, que aglutina, por su dinamismo y sus vínculos de amistad a la mayoría de las otras mujeres biografíadas. Camprubí fue amiga personal de Constancia de la Mora y de Isabel Oyarzábal de Palencia, con quien había formado parte de la junta directiva del Lyceum Club femenino, creado en 1926 y presidido por María de Maeztu. Al mismo tiempo, Zenobia Camprubí era un referente para otras de las republicanas de la burguesía ilustrada. Con Carmen de Zulueta, Josefina Carabias (alojada en la Residencia de Señoritas mientras cursaba Derecho), María Moliner y su hermana Matilde Moliner, le unía el vínculo de la Instiutución Libre de Enseñanza. Con Matilde Ucelay, primera mujer arquitecta, y nacida en una familia ligada al mundo cultural y teatral que recibía a menudo entre sus amigos a Federico García Lorca, la vinculación, aunque indirecta, era también clara. Al final, este pequeño mosaico de mujeres republicanas de ascendencia burguesa o peteneciente a la clase media culta, formaban un universo de fe en el progreso y en la libertad. No podemos entender el faro que supuso para ellas el marcho republicano. La República fue ante todo una alegoría de la mejor política, más allá de ser un Régimen específico. La historia ya ha condenado a los que de modo directo o indirecto se empeñaron en reventar aquel proyecto democrático. La democracia está más arraigada en nuestros días que entonces y no tiene demasiado sentido reivindicar de forma literal aquel tiempo perdido. Pero es saludable rescatar su espíritu y rendir homenaje a la lealtad de Zenobia Camprubí, María Moliner, Isabel Oyarzábal, Josefina Carabias, Constancia de la Mora, Mercè Rodoreda, Carmen de Zulueta, Remedios Varo, Matilde Ucelay, María Brey y tantas otras que defendieron sus principios antes que su conveniencia.