Todo es política, sí, y todo, a la postre, también tiene un componente moral. Criticamos la ética del derroche porque hace perder la perspectiva y fomenta la insolidaridad, al menos en teoría. Pero la crisis tiene unas connotaciones éticas en cierto modo más obvias. La escasez y la incertidumbre fomentan la impotencia personal por un lado y la insolidaridad colectiva, la cultura de la supervivencia, el sálvese quien pueda.
La crisis tiene una vertiente psicológica que avanza como bola de nieve. Cierto que hay un problema financiero de fondo, y que hay una falta de liquidez en determinadas empresas y familias. Pero, ¿por qué empresas e instituciones que no están en crisis actúan como si lo estuvieran y retrasan pagos que finalmente llevan a la parálisis a quienen esperan esas cantidades de forma perentoria?