jueves, 30 de abril de 2009

Literatura y deseo

La felicidad es un bien escaso, pero no esquivo. El exceso de deseos y expectativas, la acumulación de resultados felices suele fagocitar la felicidad. Pero la ausencia de deseos, tan zen, puede devenir en parálisis. He aquí el problema central de la vida y de la literatura: el deseo alimenta ambos mundos. El exceso de deseos puede arruinar a veces parte de la vida; la ausencia la fagocita.
Antídotos: leer. Yo ahora leo varias libros, como casi siempre, por unas y otras razones, desde El niño abandonado (Gedisa) a Las mujeres sabias (Herder). Y todavía estoy, ya terminando, con los Diarios de Mansfield.