martes, 23 de marzo de 2021

Escribir la vida de otros: biografía en singular o retrato coral

 "Escribir la vida de los otros exige profundizar en datos, vivencias y trayectorias que en una primera aproximación solo generan pinceladas, arquitectura cronológica, atmósferas, pistas para hacer un decorado previo y calar más hondo. Por mucho que se indague, las vidas retratadas tienen algo de ficción y de invención. [...] Una vida está llena de momentos y fragmentos discontinuos y no solo de grandes gestos y palabras". Lo que antecede forma parte del Prólogo de "Inspiración y talento: Dieciséis mujeres del siglo XX" (Punto de Vista Editores), publicado a finales de 2020.




Escribir la vida de un personaje público es adentrarse en el vértigo del otro. Entrar a fondo en otra vida, conocerla desde el revés y el envés, observarla con minuciosidad (hasta la extenuación), documentarla y saber contarla. No es tarea fácil y en ocasiones es más bien ardua. Depende de la documentación y la huella que haya dejado en su correspondencia y testimonios orales y escritos, de si se trata de una figura histórica (alejada en el tiempo y con una información más o menos suficiente y ya decantada, pero que requiere ser rastreada de nuevo en archivos para contrastarla) o un personaje contemporáneo (lo que facilita la información, pero también la dificulta si el biografiado o su familia no cooperan o buscan manipular o preservar parte de su trayectoria o aspectos de su vida privada necesarios para configurar y escribir su vida). Más allá de estas dificultades, que el autor trata de allanar con responsabilidad, tesón  y voluntad, abarcar una vida es un ejercicio de escritura total. Aunque la biografía de tipo académico, con citas y apéndices constantes, requiere un tono claro y ecuánime, casi neutral, la biografía de carácter literario permite una escritura transversal y palpitante, que admite incluso la ironía respetuosa con el biografiado, siempre que no se abandone el rigor ni se caiga en la hagiografía o, en el otro extremo, el ajuste de cuentas o la hostilidad.



      Se decía hace años que María Moliner no tenía biografía debido a su discreción y a que su nombre se fundía con el del Diccionario de uso del español, como si su vida se solapara con su obra y no hubiera más. Me siento satisfecha de haber podido desmentirlo, al escribir su biografía, "El exilio interior. La vida de María Moliner" (Turner, 2011 y 2018). En un libro anterior, "La roja y la falangista: Dos hermanas en la España del 36", abordé la biografía cruzada de las hermanas Constancia y Marichu de la Mora Maura (nietas de Antonio Maura y primas de Jorge Semprún), bajo el trasfondo histórico de la época convulsa que las llevó a una al exilio y a la otra a formar parte de la élite de la Sección Femenina.  

Años antes, en 2002, publiqué "Mujeres de la posguerra" (Planeta, 2002, Sílex 2017), que reunía a las grandes escritoras de la posguerra y a las creadoras del exilio. Un libro generacional,  aunque en el caso de Carmen Laforet y de algunas otras autoras la aproximación biográfica fuera amplia y profunda. En este ensayo buscaba explicar la posguerra a través de la obra y no solo la trayectoria de estas mujeres destacadas. Obras como "Nada", "Entre visillos", "Los hijos muertos" o "Memoria de la melancolía" reflejan la atmósfera de los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo. "Mujeres de la posguerra" se podía leer de forma continuada o buscando los capítulos concretos dedicados a las autoras que atrajeran al lector. No era exactamente, o no solo, un libro de biografías selectas: había un denominador común, la posguerra, como escenario y territorio de tribulación y superación, desde el punto de vista de las españolas, con sus vidas en la sombra y sus paulatinos avances. Ses trata de un libro a caballo entre la historia y la perspectiva literaria junto al material biográfico que se vislumbra en una primera lectura. Al ser mi primer ensayo no me ocupé cuando de su extensión casi interminable (lo acabé por agotamiento más que por ganas) y tuve la suerte de que el editor no me pidiera acortarlo.

 En Las republicanas "burguesas" y en "Inspiración y talento" el enfoque es netamente coral, ya que el objetivo es ofrecer una selección de biografías de mujeres relevantes de un modo transversal, sin que haya  afinidades vitales entre sí de forma necesaria, aunque pueda haber nexos generacionales o históricos. Las republicanas "burguesas" es una recopilación de biografías que había publicado antes por separado de mujeres vinculadas a la Segunda República por sus ideas o por vivir en ese tiempo (desde Zenobia Camprubí, Isabel Oyarzábal o Mercè Rodoreda a Ángeles SantosMaría Brey o Matilde Ucelay). La clave del libro reside en el título, que señala desde el principio que, además de las líderes políticas u obreras más conocidas de ese periodo, hubo un amplio elenco de mujeres cultas o procedentes de la burguesía que se sintieron afines al espíritu republicano o participaron de su atmósfera. 

En "Inspiración y talento" el esquema se repite, pero con más amplitud e información. Al plantear el libro opté por dieciséis mujeres clave en la historia de España del siglo XX, bien por el papel desempeñado o por su propia trayectoria. Al ser biografías más extensas que las aproximaciones biográficas de Las republicanas "burguesas" en "Inspiración y talento" se encuentra una considerable información no solo de cada mujer retratada sino de otras grandes figuras europeas o latinoamericanas con quienes se relacionaron o compartieron momentos históricos. Entre las dieciséis elegidas no solo hay españolas, la mayoría, sino tres extranjeras vinculadas al arte o la historia española: las fotógrafas Dora Maar, Tina Modotti y Gerda Taro, que arrojan una mirada cosmopolita y exterior al periodo de la Guerra Civil. No en vano entre 1936 y 1939 los sublevados recibieron la ayuda esencial de otras potencias europeas (Italia y Alemania). No fue una contienda netamente doméstica, sino un ensayo o un adelanto de la Segunda Guerra Mundial, desencadenada el mismo año en que España cerraba la suya, al menos de forma oficial. Así lo vieron Gerda Taro y otros corresponsales extranjeros enviados a cubrir la guerra española. Ese nexo europeo es muy evidente en muchas de las biografías, debido a la interrelación entre los activistas centroeuropeos. muchos de ellos judíos,  que huyeron del nazismo emergente a principios de los años treinta, se refugiaron en París y más tarde se sintieron interpelados por el golpe militar, y su consiguiente trama civil, de julio de 1936. Fue el caso de Gerda Taro y su compañero Robert Capa, que fotografiaron el conflicto español y se comprometieron con una causa en la que vieron una prolongación de la suya.

De muchas había escrito biografías previas o estudios y reseñas, pero de otras he escrito ex profeso sus biografías para el libro (Gerda Taro, Clara Campoamor, Montserrat Roig, Carmen Alborch, Pilar Miró o Carmen Díez de Rivera. A algunas de estas últimas las entrevisté en su día como periodista, a Carmen Diez de Rivera tuve la fortuna de tratarla. A Montserrat Roig la leí y no llegué a conocerla personalmente, pero tuvo el detalle, sin ninguna necesidad por su parte, de hacerme llegar su felicitación cuando me concedieron el Premio Nacional de Periodismo en la modalidad de Reportajes y Artículos literarios en 1985. 



Es obvio que hay diferencias entre la biografía de un solo personaje (por su profundidad, perspectiva, ambición y vocación de plasmar su trayectoria de forma exhaustiva) y las que abarcan varias en un solo volumen. Aunque en ocasiones la investigación empleada en cada una de ellas llegue a ser profunda o (casi) completa, la labor de síntesis y las reglas de la concisión permiten orillar temas poco contrastados o derivaciones farragosas. El autor tiene que elegir en dar a este conjunto de retratos una mera pátina literaria, etérea y elegante (es decir, una recreación más que una biografía), o aportar una información precisa tratando de que los datos no pesen demasiado en un texto que, al reunir varias vidas, no puede dedicarle a cada una una gran extensión. En ocasiones, dependiendo del personaje, se opta por un retrato más sugerente o más centrado en los hechos. La bibliografía que acompaña al libro es muy densa, con la pretensión de que el lector amplíe si quiere las biografías que acaba de leer y llene los huecos que la elipsis o la síntesis han impedido desarrollar como se merecería si se tratara de una sola biografía.  

No me gustan los adjetivos didáctico o el concepto divulgativo para los libros que escribo, aunque alguien podría utilizar este matiz, en cierto modo, en  "Inspiración y talento: dieciséis mujeres del siglo XX". Aunque lleva, como todos los que he publicado, el punto de vista del autor, su enfoque está dirigido a hacer memoria de algunas figuras esenciales del siglo XX y a recuperar del olvido o la distorsión a otras. Sin la carga ensayística y tridimensional (literatura, historia y biografía de "Mujeres de la posguerra" pero con algunas semejanzas, ya que, de nuevo, la mayoría de las elegidas son escritoras o políticas, o a veces ambas cosas. No hay una intención histórica explícita como en "La roja y la falangista", pero el hilo conductor que subyace en la elección de estas  dieciséis mujeres del siglo XX es justamente su pertenencia a ese tiempo. Sin ellas, el siglo XX no sería el mismo.