martes, 22 de julio de 2008

El invisible anillo

Podría ser en efecto una revista inciática o un título de ciencia-ficción. No lo es, aunque beba en El señor de los anillos. Pero no va exactamente por ese registro, no se llama por ejemplo El anillo invisible, sino El invisible anillo. Y no es lo mismo. El caso es que ha aparecido ya el último número de esta revista de creación literaria dirigida por Lur Sotuela, y enclavada en editorial Eneida. Me toca algo este número, con franqueza, porque publica un relato corto que escribí hace unos años, La fugaz aparición de Carolina Sentís. Espero que guste o suscite alguna emoción a quien lo lea. Naturalmente, hay otras muchas lecturas posibles y otros muchos autores en este número que hace el número 7 de la publicación y que está dedicado a Córdoba como territorio literario. Y esto ya sí me parece mágico. Y sugestivo.

miércoles, 16 de julio de 2008

Irena Sendler

Es recurrente preguntar a un autor o autora sobre sus afinidades con sus personajes o sus biografiados. No siempre hay afinidades, y a menudo, cuando hay algunas, conviven con posiciones antagónicas en algún aspecto. ¿Carmen Laforet, Constancia de la Mora, Dolores Medio, Carmen Martín Gaite, Mercè Rodoreda, María Teresa León? Sí, desde luego. Y a la vez no. No se escribe sobre lo que se sabe y se comparte sino lo que no se sabe y al final se comparte. Mis héroes, y heroínas, son otros, y no siempre escriben. Algunos no lo necesitan, pues su vida es una obra de arte, una epopeya, una iluminación. Recuerdo ahora a Irena Sendler, que murió el pasado mayo. Una santa laica, una mujer-mujer de verdad.

jueves, 10 de julio de 2008

Vergüenza, Maroni

Sigue siendo una vergüenza la pretensión del gobierno italiano, con Maroni al frente, de censar y señalar a los gitanos inmigrantes. ¡Amigos italianos, defensores de los derechos humanos europeos, gitanos ilustrados y con poder mediático, uníos! Y no dejéis de denunciar este atropello a la dignidad humana.

martes, 8 de julio de 2008

Morla pone fin a la Guerra Civil

Al fin acabé el libro de Carlos Morla, España sufre. Es curioso cómo describe los meses finales de la derrota republicana y la paulatina rendición de la Junta de Casado ante los golpistas y finalmente vencedores. Las notas de su diario relativas al mes de marzo de 1939 deslizan al lector hacia la pendiente de la rendición o, dicho otro modo, de la paz. La neutralidad de Morla cae paulatinamente en estos días en los que él, como la mayoría de los madrileños sitiados y hambrientos, se resignan a la entrada de un Franco que traerá si no la paz, sí el final de la lucha fratricida. No obstante, y a pesar de que el libro deja cierto sabor agridulce, pues no cuenta lo que vendrá después, es decir, la arrogancia y represión de los vencedores, es interesante su punto de vista sobre la negociación Casado-Burgos para entregar Madrid. Y aunque Morla es favorable a este final, en parte porque ya no podía haber otro, anticipa y registra algunas de las señales que el futuro dictador va desgranando a pesar de las proclamas de que nada tenían que temer los que no hubieran matado: la ley de Responsabilidades políticas anunciaba que todos los que no hubieran secundado a los golpistas podrían ser acusados de auxilio a la rebelión. La negativa de Franco a pactar una paz honrosa para sus enemigos demuestra también su falta de piedad y la confirmación de que la debilidad de los republicanos ya no les permitía exigir nada, sólo retirarse para que no hubiera más muertos. Demasiados muertos había ya...
Se comprende así que los republicanos más comprometidos, entre ellos los comunistas, vieran en el pacto de Casado una traición. Ahora bien, ¿qué habría pasado de no pactarse la entrega de Madrid? Que los resistentes hubieran perdido igualmente la guerra, y también más vidas. Y que Franco no hubiera tenido reparos en tirar todas las bombas del mundo sobre Madrid hasta reducirlo a cenizas.

Harta del nuevo fascismo contra los gitanos

La deriva xenófoba del gobierno italiano contra los gitanos es intolerable. Las viejas prácticas nazis de señalar y etiquetar a los judíos se renuevan ahora con esa ficha que deben rellenar los inmigrantes, gitanos por más señas, en la que figura el apartado, "etnia", concepto desfasado y delator, que es toda una declaración de autoinculpación para quien estampe ahí sus datos. No los van a llevar a los trenes de la muerte ni a los hornos crematorios, pero sí a una expulsión segura, o a una preventiva acusación de delincuentes, o incluso a completar u censo inconstitucional de gente diferente. ¿Apestada? Demencial. El concepto de etnia es cada vez más difuso, no hay pueblos, ni judíos ni gitanos peculiares que merezcan ser señalados como distintos. Lo que importa son los hechos y conductas individuales, como garantiza la frágil y ¿agonizante? Constitución europea. En Italia estamos ante una bochornosa conculcación de los derechos humanos, una vulgar y rabiosa actitud racista que es inmoral de principio a fin. Harta estoy de esta nueva encarnación de Mussolini, harta de este nuevo fascismo contra los gitanos. ¿Cuáles serán los siguientes? ¿O se conformarán con tener a tan peligroso pueblo fichado y sometido?