miércoles, 16 de diciembre de 2009
Contradicciones
Marta Sanz ha escrito con agudeza sobre "La mujer fatal", una recopilación de textos que la misma autora ha seleccionado para 451 Editores. La introducción es brillante, los textos nos presentan a algunas mujeres malas, malísimas de antología. Las ilustraciones tienen calidad. Me asaltaba la duda cuando lo leía, no obstante, de si esta selección, pese a la ironía que desprende el título y la introducción, reforzaba o desmitificaba el mito. Posiblemente ninguna de las dos cosas. Al final todo (sólo) es literatura
Llueven este otoño novedades de historia con el foco puesto en las mujeres. Olvidadas y silenciadas hasta hace la historiografía empieza a hacerles justicia: se les expulsó de la historia y ahora se les rescata. Abundan, sobre todo, biografías de mujeres brillantes, como "La Conspiración de las lectoras" de J.A Marina y María Teresa Rodríguez de Castro, en torno a las fundadoras de la sección española del Lyceum Club, existente ya en otros países de nuestro entorno. Pero también la abogada María Telo ha llevado a la imprenta un libro más técnico y sin adornos retóricos que recoge su trayectoria de defensa de los derechos de la mujer, "Mi lucha por la igualdad jurídica de la mujer". Se va haciendo justicia al pasado, pero no al presente: a pesar de la igualdad jurídica sigue habíendo un porcentaje considerable de mujeres que ganan menos que los hombres. Tampoco se da un reparto equilibrado de hombres y mujeres en los consejos de administración.
Contradicciones: Vivimos en una sociedad cada vez más avanzada, con un desarrollo democrático mayor que en épocas pasadas, y con un sentimiento cada vez más nítido de lo que es justo e injusto. Sin duda algo positivo. Sin embargo, al menos en las grandes ciudades, la sensación de individualismo y hasta de insolidaridad son crecientes. Es como si hubiera un saber teórico que no siempre se lleva a la práctica. Primero yo, y luego ya veremos, parecer ser el lema. Se distorsiona así una frase que hoy día se repite mucho: "Que cada palo aguante su vela". Podría entenderse como una llamada a la responsabilidad, pero en muchas ocasiones es una coartada para no involucrarse. Recuerdo ahora una vieja canción infantil que María Zambrano solía recordar para reivindicar la responsabilidad personal: "Antón, Antón, Antón pirulero, cada cuál, cada cuál, que atienda su juego... Y el que no lo atienda pagará una prenda..."