domingo, 14 de junio de 2009

Últimos días de la Feria


La crisis como excusa, una vez más. Pronto se sabrá si se han vendido un número de libros igual, menor o mayor que otros años.En principio, el descuento podría ser un acicante, si no fuera porque estamos rodeados de descuentos, aunque no en los asuntos o campos que nos interesan realmente. Se habla de que el oro es un valor seguro en estos tiempos (aunque no el oro de anillos y pulseras, devaluado si se intenta cambiarlo por euros en cualquiera de las casas de compraventa que asaltan al transeúnte), pero nada hay más seguro que un libro que se ama o que se descubre. Por eso, no ya la Feria, sino las librerías o las bibliotecas, tendrían que estar a rebosar.
Por mi parte, voy a leer estos días una novedad de este año que ya se publicó hace unos meses, Aunque seamos malditas, de Eugenia Rico.


Suárez. Se le recuerda porque se celebra el aniversario de las primeras elecciones democráticas que él junto a los ciudadanos y otras figuras como T. Fernández-Miranda, hicieron posible. Hoy leo en El PAÍS una frase que se le atribuye en un momento de lucidez dentro del laberinto de desmemoria en que vive: "Yo siempre estoy dispuesto a pedir y dar perdón". He aquí un ejemplo de tolerancia en un personaje que ya mostró su dignidad en el Congreso en febrero de 1981. Con sus luces y sombras, Suárez gobernó para las mayorías y no en función de sus convicciones. Sin duda las tenía, pero no hizo una aplicación dogmática ni sectaria de ellas.
La distancia entre el primer presidente del Gobierno de la democracia y la habitual derecha llena de lugares comunes que forma parte de la escena política es abisal.