Los antiguos filósofos griegos dieron ya las claves que separan la verdad de la mentira: hay más gente dispuesta a aceptar una mentira verosímil que una verdad poco convincente o mal explicada. En consecuencia, en una sociedad como la nuestra es fácil que se acepte como verdad una mentira bien amañada... Después de todo, ¿importa ya a alguien la verdad, o sólo su apariencia? No en vano hay quien sólo cuenta sus logros, no sus mentiras.
"Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar, indefectiblemente, te encontrarás a ti mismo (...)" (Pablo Neruda)
El mentiroso o el falsario nunca se encuentran consigo mismos. No lo soportarían. Si lo hicieran, esa sería "la más amarga" de sus horas parafraseando a Neruda, de ningún modo "la más feliz".
Recordar, recordar, y volver a escribir la historia que se había escamoteado o que había caído en el olvido. No es inútil evocar a las infatigables mujeres que en 1926 iniciaron la aventura del Lyceum Club. José Antonio Marina y MªTeresa Rodríguez de Castro lo han hecho en La conspiración de las lectoras, editado por Anagrama. María de Maeztu, Zenobia Camprubí, Isabel Oyarzábal, María Teresa León... Las vidas de estas mujeres interesan, al igual que las de María Zambrano,Rosa Chacel, Mercè Rodoreda...Sin duda, como dicen los autores citados y tantos otros estudiosos, tal vez la más brillante generación de mujeres. O generaciones, ya que algunas vivieron a caballo entre el 98 y el 27 y otras se dieron a conocer justamente en los años treinta. En cualquier caso muchas de ellas forman parte con todo justicia de la llamada Edad de Plata.