martes, 30 de diciembre de 2014

Un mundo deslumbrante: Siri Hustvedt y la creatividad

Estoy deseando leer la nueva novela de Siri Hustvedt, UN MUNDO DESLUMBRANTE. No solo porque me interesa esta autora desde hace tiempo sino porque me concierne lo que he leído hasta ahora de esta novela que alterna reflexiones sobre el arte y las mujeres, y la creatividad en general. Es sintomático que una autora que desarrolla su obra en un entorno social y hasta familiar ligado a la literatura, refleje las contradicciones que arrastra hoy la mujer que quiere vivir de la creación o dedicar su tiempo a una actividad creativa.
No hay que olvidar que mientras la mujer llega, alcanza, o es admitida (parece que describo una carrera deportiva) en los ambientes artísticos, tiene que seguir siendo quien es (e incluso quien no es) y responsabilizarse de lo que le viene dado no por decisión propia sino como carga atávica. Mientras se acerca a la vida que quiere tener -con los consiguientes obstáculos y la dificultad de ser aceptada en un mundo dominado hasta hace poco por hombres "excelsos"- sigue respondiendo a las tareas que tantas otras mujeres deben gestionar aún hoy a diario.  Tareas que si no las hacen ellas, quedan sin hacer -y a menudo eso es lo que sucede-, a falta de candidatos que las compartan o las asuman.Ya no se trata solo de vivir del arte sino de emplear su tiempo en esa tarea solitaria y gratificante.
 La artista o la escritora pocas veces se puede permitir el lujo de aislarse, de vivir para sí.







martes, 23 de diciembre de 2014

María Moliner, Camilo José Cela y la Real Academia Española

Más que un no, lo que la Real Academia Española negó a María Moliner fue un sí. Fue candidata y no salió elegida. ¿Juego limpio? Técnicamente, sí. Pero en realidad, las alianzas previas iban encaminadas a que no saliera. Se ha contado y analizado en diversas publicaciones ya este hecho: los académicos prefirieron a Emilio Alarcos Llorach. Algunos votaron a otros candidatos. Muy pocos a Moliner. Lo narro en mi biografía de María Moliner (El exilio interior: La vida de María Moliner, Turner, 2011). Por qué no salió elegida:
1. Su Diccionario de Uso del español no fue lo bastante valorado por los académicos a pesar de que definía de nueva planta acepciones que en el DRAE quedaban obsoletas o que simplemente remitían a otros vocablos: "tonto", ver "bobo", etcétera. Es decir, Moliner hizo un trabajo que tenían que haber hecho los académicos y no había sido nominada para hacerlo. Para la RAE era una intrusa. Ni siquiera era filóloga de carrera, porque al estudiar Filosofía y Letras en la Universidad de Zaragoza, hizo la rama de Historia (la que había en su distrito).
2. Además era mujer. Y la tradición en la RAE era negar la entrada a la mujer. Así se lo dijeron a Gómez de Avellaneda y cuando Pardo Bazán, esa colosal escritora y polemista, les puso a prueba, por dos veces rechazaron su ingreso. En la segunda mitad del siglo XX algunos se sentían avergonzados y negaban que existiera veto, pero no tenían prisa por cambiar las cosas. La mayoría estaba muy a gusto repartiéndose los sillones entre ellos mismos, sus amigos y sus conocidos. Misoginia y endogamia.
3. A muchos académicos les gustaba más una Moliner recoleta, bibliotecaria, madre de familia ejemplar y modesta que mira usted por donde había elaborado un Diccionario como quien hace mermelada o calceta, un entretenimiento vamos. Les hacía gracia alguien así, pero no pensaban premiarla por ella. Allá ella. Su androcentrimo les impedía ver que Moliner era una estudiosa del idioma, universitaria, rigurosa y competente. Una señor que podía medirse con ellos perfectamente. Y ganarlos.
En El exilio interior explico detalladamente este proceso que ha aparecido posteriormente en otras obras. Tuve la suerte de encontrar en la correspondencia de Rafael Lapesa (el académico que presentó la candidatura de Moliner, junto con Laín Entralgo) y Camilo José Cela, un académico con influencias en esos años. Cela había dicho a Lapesa que no veía mal que entrara una mujer cuando procediera y que esta fuera Moliner. Pero a la hora de la verdad, cuando se produjo una vacante y Lapesa la avaló, Cela se descolgó y aclaró su posición: iba a votar a su amigo García Nieto, o en su defecto a Emilio Alarcos, pero no a Moliner. Y ¿por qué? Por su ñoña visión de la lexicografía. ¿Ñoña doña María? Se refería Cela a que Moliner no incluía tacos ni palabras malsonantes. Se había educado en la Institución Libre de Enseñanza y amaba el lenguaje culto, pulcro y exacto, mientras que Cela se había especializado en buscar acepciones malsonantes para su Diccionario secreto. Estaban en bandos estéticos distintos.




lunes, 8 de diciembre de 2014

viernes, 5 de diciembre de 2014

"Tertulia", de Ángeles Santos

"Mi alma será un rascacielos, con un enorme ascensor en el centro. Y sabré llenar ese edificio y hacerlo vivir, y yo seré mi mundo". Así pensaba Ángeles cuando era una pintora vanguardista, cuando el mundo y su mundo eran lo mismo y tenía a la intelectualidad modernista y a la generación del 27 expectante alrededor de su obra. Así lo recordó Ramón Gómez de la Serna en 1930 en La Gaceta Literaria en un texto que llevaba este título inquietante: ¨La genial pintora Ángeles Santos, incomunicada en un sanatorio".
¿Qué pasó para que quien iba a ser un rascacielos se quedara sin ganas de escalar? Al padre de la señorita bien que era Ángeles Santos, el exceso de creatividad mental y pictórica de su hija le preocupaba y decidió su ingreso temporal en una clínica para que se sosegara. El sosiego llegó de la mano de la renuncia. Ya no pintaría temas perturbadores y abandonaría los sueños enmarañados del surrealismo. Tampoco volvería a pintar un cuadro tan maravilloso, sugerente e intemporal como Tertulia, ahora en el Museo Nacional Reina Sofía. Y por si fuera poco, por si el pacto familiar que la empujaba a la serenidad, o mejor aún, a la quietud, no hubiera hecho suficiente efecto, vino después el desastre colectivo: el golpe del 36 y la Guerra Civil. Y en lo personal los años de separación de su marido, que permaneció en Francia mientras ella volvió a España cerca de su familia. ¿Qué fue de aquella pintura? Intervalos de silencio seguidos de pintura ornamental y acomodaticia. No pudo ser un rascacielos. O aquella idea se frustró o no recordó que lo había deseado alguna vez.


Arriba "Tertulia". Sobre estas líneas, "Autorretrato"