sábado, 5 de septiembre de 2009

Erratas y descuidos

Escribir puede ser una tarea inútil (para algunos) o necesaria (para el que se entrega a ella). Una construcción de palabras en la que se invierte mucho tiempo, aunque se trate de un tiempo vivido, exprimido y bien saboreado. Pero esa construcción puede convertirse a veces en un castillo de naipes. Su talón de Aquiles puede ser una palabra poco afortunada, o una mala puntuación, lo que viene llamándose erratas. Un punto que se olvidó, o que se borró, a pesar de que se mantuvo la mayúscula que separaba dos oraciones, puede interpretarse por un lector despistado o un corrector falto de tiempo como un monstruoso pulpo de brazos interminables, o de lo que es lo mismo de oraciones subordinadas que ahogan la principal o que dejan a quien escribe sin aliento. Una errata en suma que sólo los lectores exquisitos pueden volver a escribir cuando el texto herido cae en sus man