sábado, 19 de septiembre de 2009

Una vida, ¿dos auobiografías?

Constancia de la Mora ha sido considerada una figura de culto, sin duda minoritaria, para parte de la izquierda y de algunos de los que han seguido la historia española del siglo XX. Su autobiografía (In place of Splendor en su versión inglesa, publicada en 1939 en Nueva York, y Doble esplendor en la edición en español, que apareció en México en 1944) genera diversos enigmas. Uno de ellos es la autoría de la edición neoyorkina:a partir de un apresurado y extenso borrador, De la Mora recibió consejos de amigos y de militantes y la redacción final, tras eliminar varios folios, la unificó la guionista norteamericana Ruth MacKenney. Probablemente se trató de una escritura compartida, aunque la dueña de la historia y de las ideas sea sin duda Constancia de la Mora. In place of Splendor es el balance, tras un primer relato biográfico, de una toma de postura a favor de República por parte de una nieta de Antonio Maura. Una República derrotada en parte por el abandono de la potencias democráticas bajo la máscara de la neutralidad, mientras la Europa fascista ayudaba a los insurgentes a conseguir la victoria. Dirigida a la opinión estadounidense, es lógico que De la Mora aceptara que una guionista le diera una mano final.
En la versión en español, traducida por la propia autora, Constancia de la Mora tuvo tiempo suficiente para decidir qué eliminaba y qué añadía a esa obra ya escrita. Aunque ambas versiones son prácticamente iguales en lo sustancial, la autora decidió eliminar anécdotas y párrafos másútiles para el público norteamericano que para la historia en sí. Como muestra, eliminió el modo en que entró en contacto con el corresponsal Jay Allen y su familia. Allen, influyente periodista estadonunidense, fue su anfitrión durante su estancia en Estados Unidos y arropó a Constancia en sus primeros encuentros con Eleanore Roosevelt. Pero en 1944 quizás toda esa historia se había desvaneciedo, y quizás la amistad con Allen no era tan estrecha. De la Mora estaba afincada en México y no había conseguido visado para volver a Estados Unidos por su militancia comunista. Era una exiliada y esa voz, con nuevas reflexiones, aflora en Doble esplendor.
Hace años que aprecié esta dualidad sobre la que ni siquiera muchos lectores bilingües han observado, al no cotejar juntos ambos textos. En el último número de la revista literaria CLARÍN (julio-agosto, ediciones Nobel)desarrollo con amplitud este argumento bajo el título "Constancia de la Mora, una vida, ¿dos autobiografías?"

sábado, 5 de septiembre de 2009

Erratas y descuidos

Escribir puede ser una tarea inútil (para algunos) o necesaria (para el que se entrega a ella). Una construcción de palabras en la que se invierte mucho tiempo, aunque se trate de un tiempo vivido, exprimido y bien saboreado. Pero esa construcción puede convertirse a veces en un castillo de naipes. Su talón de Aquiles puede ser una palabra poco afortunada, o una mala puntuación, lo que viene llamándose erratas. Un punto que se olvidó, o que se borró, a pesar de que se mantuvo la mayúscula que separaba dos oraciones, puede interpretarse por un lector despistado o un corrector falto de tiempo como un monstruoso pulpo de brazos interminables, o de lo que es lo mismo de oraciones subordinadas que ahogan la principal o que dejan a quien escribe sin aliento. Una errata en suma que sólo los lectores exquisitos pueden volver a escribir cuando el texto herido cae en sus man