domingo, 5 de julio de 2009

Si mi bilioteca ardiera esta noche

Deseo leer este libro de Aldous Huxley, que publica Edhasa,
Si mi biblioteca ardiera esta noche. Ensayos sobre arte, música, literatura y otras drogas. Es un libro canon de todo lo que merece la pena leer sin que aparezca como una lista obligatoria. En esta misma línea son apetecibles una edición de Lumen Ensayos, de Natalia Ginsburg y los aún más interesantes
Mecanismos internos (ensayos escritos en el periodo 2000-2005)del gran J. M. Coetze, publicado en Mondadori.


LA LETRA PEQUEÑA DE LA VIDA. Leo la columna de una escritora en la que habla de las peripecias de otra escritora viajando en Ave con equipaje y con su hijo de cinco meses y su consiguiente carrito. En Renfe aparentemente no hay ayuda para madres en apuros, y en Madrid y en otras ciudades apenas hay taxistas con sillitas de niño con lo que no pueden transportar a un bebé sin arriesgarse a que les multen. Corroboro lo expuesto, y añado que la cotidianidad no está preparada no ya para los niños sino para cualquier ciudadano que se salga de lo habitual. El/la diferente, el individuo puro y frágil no organizado o que no siga las tendencias sociológicas mayoritarias lo tiene mas difícil. Es decir, la madre sola y profesional que vija con niño, o quien no tiene coche...Renfe y los transportes en general están preparados para gente que viaja sola o en familia, o desde hace un tiempo para discapacitados que vayan a cargo de alguien o en grupo, pero no para la peripecia individual. Da la impresión de que todavía una mujer con niño que necesita desplezarse por motivos profesionales o de otra índole tiene que tener coche, o una persona que le ayude, etcétera. Desde luego se puede hacer incluir en este supuesto tambien a un hombre solo con un bebé y sin coche.
El transporte público, en definitiva, tanto el de largo recorrido como el urbano o metropolitano no está preparado para la diversidad de vidas y situaciones actuales. Porque, una vez que se llega al destino final del tren, a menudo hay que desplazarse a la localidad de vacaciones, o al destino real. Hay que recurrir al taxi, pero en estaciones o pequeñas poblaciones, los taxis no están ni se les espera, hay que llamarlos por teléfono en el mejor de los casos o tenerlos apalabrados.
Algo parecido sucede con el transporte urbano: para jubilados o personas que no van con hora o para desplazarse en trayectos cortos muy bien. Pero cuando se quiere llegar con hora al trabajo o al colegio o a casa, no hay que confiarse. En resumen, viajar solo y no ser enteramente autónomo, como es el caso de una mujer con equipaje y con hijo pequeño, o tener un empleo con horarios estrictos y lugar de trabajo alejado y no tener coche, es una fuente de problemas menudos y a la vez invisibles.