martes, 27 de abril de 2010

De visita por la web oficial de Carmen Laforet



He descubierto hoy en una de mis exploraciones online la página oficial de Carmen Laforet. Buena iniciativa. No sé desde cuando está en la red, pero algunos epígrafes están en construcción y desearía ver crecer esa página. En ella encuentro, junto a fotos de Laforet, una de su madre, Teodora, que tanto marcó su vida con su ausencia (falleció cuando Carmen tenía 13 años)y otra de sus abuelos maternos, los de la calle Aribau, el escenario familiar que sirvió a la escritora para situar Nada. Una novela en la que Carmen Lafort no sólo adoptó el papel de narradora sino de observadora, un doble punto de vista que le permitió acertar de forma plena. A partir de ahí llegó el éxito inesperado y no digerido: Nada pasó de ser una obra honda y fluida a convertirse en un fardo, ya que la autora no volvió a gozar de tanta libertad para crear. Y al mismo tiempo nunca supo gestionar su popularidad ante los medios. ¿Se atrevería hoy Carmen Laforet a estar en Facebook?

La página principal (http://www.carmenlaforet.com) se abre con esta observación de la autora: "Si uno es escritor, escribe siempre, aunque no quiera hacerlo, aunque trate de escapar a esa dudosa gloria y a ese sufrimiento real que se merece por seguir una vocación."

domingo, 25 de abril de 2010

Lo que leo, lo que quisiera leer


Leemos porque no podemos evitarlo, es decir porque nos gusta. Es imposible leerlo todo, y más en estos tiempos en que se puede estar leyendo por placer, o por trabajo, o en función de algún interés. Además de algunos ensayos, estoy leyendo Quemar los días, de Salter, y Tierra desacostumbrada(difícil traducción) de Jhumpa Lahiri. Y quisiera leer Dublinesca (Vila-Matas) y Verano de mi admirado Coetze. Ya veremos, porque a veces el azar y la escasez de tiempo se cuela en tus propósitos.


LA PROSA DIARIA. Estoy bastante de acuerdo con el artículo de Andrés Trapiello en EL PAÍS de hoy. Es triste que, a pesar de la transición y de la ley de Annistía del 77, no se haya realizado aún una catarsis para integrar a todas las víctimas de la Guerra Civil en unas solas víctimas de la barbarie y la insensatez nacional. Me refiero a las víctimas que cayeron en el campo de los sublevados y vencedores y las que combatieron o defendieron la legalidad republicana y que aún no han sido reconocidas ni enterradas de forma piadosa. Es increíble que haya quien se moleste porque haya familiares pidiendo un entierro digno (cuando se pida por la familia y sea posible) y es indignante que se diga que hubo víctimas (y verdugos) en ambos lados no para apiadarse de todos sino para justificar que no se honre a las víctimas de la República. La Iglesia (jerarquía) y la derecha no franquista tendrían que haber liderado junto con la izquierda este reconocimiento de todas las víctimas que una un poco aguada Ley de la Memoria histórica intenta llevar a cabo a una velocidad tan lenta como irritante.
Por otra parte, no hay que olvidar que tras la victoria, el régimen siguió persiguiendo, encarcelando, condenando sin garantías e incluso matando a gente diversa sólo por haber apoyado la legalidad republicana o por no haberse sumado a los sublevados (que por cierto se rebelaron contra las libertades y la legalidad vigente). Necesitamos mirar con serenidad a nuestra historia y con humanidad y comprensión a la locura de nuestros antepasados(y el sufrimiento que generaron en quienes no quisieron la guerra y la padecieron)

sábado, 3 de abril de 2010

Ante todo, una estrella y un barco

Un buen barco y una estrella para guiarlo. Lo pidió K. Mansfield y me lo pido hoy yo también. No siempre los buenos barcos y las estrellas coinciden...
Recuerdo, además, que K. Mansfield es una escritora que ilumina, que incita a escribir a quienes ya lo hacen o quieren hacerlo. Clarice Lispector también. Y en otra medida y dimensión Enrique Vila-Matas...
David Grossman es otro de los autores contemporáneos con un universo literario esclarecedor. Además, comprometido con su tiempo. No es de los que preconizan la guerra para ir a la paz. La paz la quiere ahora para que el presente no sea un infierno que imposibilite además el futuro.