que el amor es a la vez una experiencia común y desigual. Lo sabíamos, desde luego. Pero me gusta que esta maestra del relato, además de ahondar en el alma de sus personajes -y en el corazón de los lectores con los que comparte su narrativa-, desenmascare los equívocos en los que caen los enamorados. No hay duda de que el amor es una experiencia común para los amantes, dado que ambos viven esa historia, sea inclinación o pasión. Pero es al mismo tiempo una experiencia distinta para cada uno de los enamorados, en ocasiones radicalmente diferente. No siempre lo viven ambos con la misma intensidad, voracidad, entrega o compromiso. Uno ama más que el otro e incluso, en algunas parejas, uno ama y el otro es amado, o se deja amar. Y a menudo, este reparto funciona, aunque sólo sea porque quien ama quiere, en efecto, darse, y quién es amado, busca ese pasivo papel.
La inquietud surge cuando la desproporción genera abismos y desencuentros. O cuando uno de los dos desea experimentar el papel opuesto. Quizás el éxito no dependa sólo de un reparto equilibrado, sino de que quien es amado elija a alguien que le guste lo bastante como para ser capaz de invertir los papeles.
Releer La balada del café triste de C. McCullers, puede ser sugerente no sólo por el placer que proporcionan sus cuentos, sino por la marea de emociones que suscitan.