sábado, 25 de abril de 2009

La ética y la crisis

Todo es política, sí, y todo, a la postre, también tiene un componente moral. Criticamos la ética del derroche porque hace perder la perspectiva y fomenta la insolidaridad, al menos en teoría. Pero la crisis tiene unas connotaciones éticas en cierto modo más obvias. La escasez y la incertidumbre fomentan la impotencia personal por un lado y la insolidaridad colectiva, la cultura de la supervivencia, el sálvese quien pueda.
La crisis tiene una vertiente psicológica que avanza como bola de nieve. Cierto que hay un problema financiero de fondo, y que hay una falta de liquidez en determinadas empresas y familias. Pero, ¿por qué empresas e instituciones que no están en crisis actúan como si lo estuvieran y retrasan pagos que finalmente llevan a la parálisis a quienen esperan esas cantidades de forma perentoria?

miércoles, 15 de abril de 2009

La experiencia del deseo


Jesús Ferrero
acaba de ganar el premio Anagrama de Ensayo con Las experiencias del deseo. Eros y misos. Una obra sobre el universo de las pasiones en la que Ferrero, reconocido novelista, vierte todo su saber de lector y filósofo. Espero con interés este libro del escritor zamorano que encontró su voz en París, trabajando en un hotel de noche mientras frecuentaba la Universidad de día. Ferrero entró en el Olimpo liteariao con Belver Yin, una primera novela sugerente y llena de claves iniciáticas. Luego han seguido otras muchas historias. El libro que ahora se nos anuncia se mueve en otros registros: el Ferrero reflexivo, el crítico liteario o el profesor de técnicas narrativas. Y sin duda también el viajero que acostumbra a recorrer Grecia y sus islas como un peregrino de los sentido.
Todo eso le ha llevado a pensr que el deseo es inherente a nuestra vida. Quizás fuea mejor mantenerse al margen, en un sentido budista, y ver pasar la vida sin desearla, desde la ecuanimidad. Protegerse en suma, y limitarse a ver pasar el cadáver del enemigo. Pero no es tan fácil esa templanza, y al final, o en medio del camino, el deseo dirige o encauza nuestra vida.

domingo, 12 de abril de 2009

La semántica y los hijos

Se dice que somos lo que comemos. Pero también lo que pensamos, lo que decimos (menos) y hasta cómo lo decimos. Es decir, cómo hablamos. Somos también lenguaje, semántica. Las palabras importan. Me viene esto a propósito de la palabra adopción extendida a mascotas, animales o árboles. Son todas estas acciones muy loables, y hasta necesarias en ocasiones. Pero la adopción tal como se entiende, prohijar a un niño/a en su dimensión más profunda, no debería extenderse a cuidar o hacerse cargo de una mascota o apadrinar un proyecto medioambiental. Hacerse padre o madre de alguien o hacerse hijo de un padre o una madre implica radicalidades y asunciones de compromisos que hoy por hoy se definen jurídica y semánticamente como adopción o acción de adoptar. No es cuestión de polemizar, pero hacerse cargo de un animal que no fue tuyo (posesivo) o que no compraste inicialmente no puede equipararse con tener un hijo no biológico. Al hijo adoptado se le equipara con el hijo biológico, pero la mascota que traes a casa (regalada, comprada, o rescatándola de un refugio) no es una adopción, no equivale a la llegada de un hijo. Se puede usar como metáfora o en cursiva, pero nunca será algo equivalente. Así se lo he escuchado a diversos padres y madres de hijos que fueron adoptados en su momento y que ahora son exactamente eso, hijos.


La actualidad politica no es objeto de este blog fundamentalmente literario, pero no caeré en la ingenuidad de escribir que se puede vivir al margen de la política (aunque pueda incurrir en otras muchas ingenuidades). Hay algo que me preocupa a menudo: la intolerancia hacia el gobernante elegido en las urnas, y la constante de los últimos treinta años de decantarse por un nuevo presidente de Gobierno en función del hartazgo que produce (real o mediático) el mandatario anterior. El que llega no siempre gana, simplemente sucede que el que se va, pierde. La excepción más dramática la protagonizó Suárez(al dimitir de forma más o menos forzada, a quien sólo se ha empezado a valorar de forma unánime una vez que se ha alejado de la escena política. Por cierto, hace unas semanas leí un análisis de E. Juliana que expresaba algo que ya intuí en 2004 durante la investidura de Zapatero y que hasta ahora no había visto escrito: el ligero parecido en las formas de prometer y de enfatizar de Suárez y Zapatero. Es un parecido de talante, más que de personalidades, y sin duda Suárez demostró un mayor peso como estratega. Les une sin embargo, cierta honradez y humildad castellanas, junto a un sentido de la improvisación y una enfermiza timidez que no les permite convencer cuando ellos mismos no están convencidos. Eso sí, Zapatero parece que tiene algunas tablas más, o un mayor optimismo, lo que le será útil en la difícil coyuntura económica de estos días.

miércoles, 8 de abril de 2009

Perdedores y otros bienaventurados


Me siento cerca hoy de los perdedores de causas justas, o dicho en el viejo vocabulario cristiano, de los que que tienen sed de justicia... Me siento lejos de los triunfadores sin causa, de los impostores, de los mentirosos convulsos... No creo que haga falta explicar por qué. Poco importa cuál haya sido la causa o el motivo concreto que me haya hecho escribir estas líneas. Está en mi linea habitual... Y no son sólo grandes palabras.

La vida, además está llena de menudencias, algunas incluso felices. Pero sobre todo de menudencias. Lo que leo hoy, Un dique contra el Pacífico, de Marguerite Duras (de nuevo el escenario de Indochina) mezcla de modo magistral pequeñeces y delirios. Su conocida historia, la plasmada en El amante, flota en esta nueva o no tan nueva visión de Indochina.

No sólo me encuentro con esas menudencias en los libros. La vida diaria, más fácil y más práctica, en conjunto, es también cada vez más compleja y problemática en cuanto a menudencias se refiere. Y evoco las felicitaciones de Navidad, de cumpleaños, de aniversarios. Se dispone hoy de tantas agendas electrónicas que es fácil tener presente una onomástica, una efémerides. Felicitaciones. A menudo sirven para recordar a los más próximos, pero tienen un indudable papel social, sobre todo en Navidad: a través de esas breves frases tópicas se intenta recuperar a socios perdidos. Los cumpleaños cumplen también ese papel ambiguo de afianzar lazos o quedar bien, hacerse perdonar anteriores olvidos hasta para intentar reconquistar amores o amistades.
En los últimos años se ha afianzado una nueva cortesía: felicitar el santo o el cumpleaños al ex. Pero ¿tiene sentido recordar aniversarios entre antiguas parejas? La literatura, como el refranero, ofrece respuestas para todo, pero ¿tiene sentido evocar o recuperar a alguien que ya se perdió, o que se esfumó? Cuando se trata de ex parejas con hijos comunes o excepcionalmente amigos tras el naufragio, parece un detalle agradable y sin más consecuencias. Sin embargo, no siempre las intenciones y los deseos de ambos confluyen, y en ocasiones esa felicitación puede expresar confusión sentimental, además de melancolía y un soterrado deseo de una improbable reconciliación. Eso sí, es una cortesía que se impone en edades juveniles, hasta el punto de que ayer escuché a un joven novio decir a su muy reciente novia:"perdona un momento, mi vida, que tengo que llamar a mi ex, es su cumpleaños". Sorprende tal falta de tacto, pero también que a edades tan tempranas se hable ya de ex con naturalidad. ¿Cuántas acumulará aquel joven cuando llegue a los 50 o los sesenta? Falta de tacto, sin duda. ¿Quizás también frivolidad?

jueves, 2 de abril de 2009

Amistad y literatura


Difícil bimonio. Pero cuando se da, es un privilegio.
No siempre es posible, ya que se filtra la competitividad, y ya no digamos el ego. Pero al calor de la litertura también se dan encuentros para literarios en los que la relación humana fluye y converge o no en la obra literaria de ambos autores. A veces más que amistades personales en estricto sentido lo que se da en confluencias generacionales: los escritores de los cincuenta, los novísimos... Y en ese contexto surgen amistades y pandillas literarias auténticas.
Capítulo aparte son las admiraciones literarias en lontananza, sin amistad por medio. Por ejemplo, Mercè Rodoreda admiraba a Rosa Chacel y a Katherine Mandsfield; María Zambrano admiró en su juventud a la también orteguiana Rosa Chacel. Y a la vez fue amiga de Concha Méndez y ésta de Cernuda. Son relaciones ricas, intensas, y a veces también ligeras, como la lluvia fina, pero inevitablemente persistentes.

viernes, 27 de marzo de 2009

Del humilde preservativo a la necesidad de seguir leyendo y soñando

Lo peor de la campaña de los obispos sobre la modificación de la ley del aborto no es que el lince elegido para la imagen sea extranjero, ni que transforme un tema de conciencia como es el aborto en un debate sobre el mismo aborto dentro de la legislación civil... Lo peor de la campaña de los obispos es que no sirve absolutamente para nada. No sirve para que haya menos abortos, pues sólo llega a los que ya están convencidos. Y de lo que se trata es de que la ley que salga de esta legislatura sea lo más garantista para la mujer desde el punto de vista legal, lo que no implica que incite a abortar a quien no quiera.

Parece claro que el número de abortos crece en nuestro país a un ritmo insoportable. Y aunque no fuera así. Muchos o pocos me preocupa que no se eviten algunos perfectamente evitables. Y los obispos no ayudan a que bajen, porque meten en el mismo baremo lo importante y lo secundario. Tampoco respetan el derecho a una sexualidad responsable. Condenar el uso del preservativo en África es un suicidio. Porque ¿qué es un preservativo? Algo poco glamouroso, poco interesante en sí que, sin embargo, preserva del contagio y evita que éste se multiplique. Decir que un preservativo impulsa la promiscuidad es desconocer que los que son promiscuos lo serán con preservativo y sin él (más bien esto último) y los que no lo son, usarán el preservativo como un ejercicio de responsabilidad. Los que saben que están enfermos y no usan un preservativo en sus relaciones, ¿son tal vez un ejemplo moral, aunque no sean promiscuos? ¿No hay ya bastantes problemas en la sociedad y en la humanidad para inventarse otros sin ningún sentido?
Y volviendo al aborto. ¿Sería mejor que no hubiera ley y que las que abortan lo hicieran en las atroces condiciones de la clandestinidad? ¿Consideran los antiabortistas ejemplar la conducta de esa mujer que no abortó, mantuvo a escondidas su embarazo por temor o vergüenza y tras dar luz escondió al hijo ya parido en una bolsa de plástico en su armario? Un niño, además, que ha muerto, según se ha sabido estos días. No podemos ponernos en la cabeza de esta mujer, ni saber qué pretendía. En cualquier caso la ley del aborto si está para algo es para evitar los abortos clandestinos o las muertes accidentales de niños nacidos y no siempre deseados.
Que haya una ley no impide que se eduque a los adolescentes para que no se llegue al aborto y ahí los grupos católicos sí que podrían hacer una labor si a la vez reconocieran que la anticoncepción es un camino válido. Porque ¿cómo decir que los niños no nacidos no están lo bastante protegidos y dejar en el camino tantos niños ya nacidos que siguen anclados en la pobreza y el hambre? ¿Cómo se puede insistir en que el aborto es un drama para la mujer y a la vez ofender a esa hipotética mujer que abortó llamándola terroristas con imágenes de fetos que por dignidad ya que no por piedad deberían estar fuera del debate. Y es que siempre he pensado que la falta de compasión, sea religiosa o laica, implica una deshumanización, un retroceso, una implicita reivindicación del fin justifica los medios. Lo que viene a ser como decir "yo reivindico tal cosa, porque creo en ello, porque tengo derecho, etcétera, y para eso uso el todo vale. Pues no, no todo vale.



Hace muchos años, mujeres ilustradas como Carmen de Burgos, Emilia Pardo Bazán, Zenobia Camprubí o Constancia de la Mora lucharon por las libertades y por la dignidad de la mujer. No importa el tiempo transcurrido. La igualdad está aún lejos. Hay que seguir combatiendo. Hay que seguir leyendo. Éste último es un camino lento, pero seguro.

viernes, 6 de marzo de 2009

Chéjov, siempre Chéjov

He realizado dos viajes en la misma semana en trenes de los llamados de media distancia, uno de ellos a Salamanca para hablar de Constancia de la Mora Maura y su hermana Marichu en unas jornadas del Centro de la Memoria dedicadas a la mujer con motivo de la festividad del 8 de marzo.
En estos viajes en trenes sencillos, sin cafetería, sin apenas servicios más allá del hecho de viajar, he redescubierto una cierta libertad. Viajar sin más, pasando en estas ocasiones por parajes hermosos, impagables, al filo de la sierra. Y con los Diarios de Katherine Mansfield, que he retomado. Ayer leí una evocación de Chéjov, de ese Chéjov en cuyos cuentos nunca pasa nada y pasa todo. Me gustó esta llamada de K. M. a Chejov: "¡Ay Chéjov! ¿Por qué estás muerto? ¿Por qué no me es posible hablar contigo en una habitación grande y más bien oscura, al atardecer, cuando la luz se vuelve verde por el balanceo de los árboles en el exterior?" Qué sugerente imagen, qué soledad la del escritor que no encuentra a la luz de la tarde a Chéjov, y por el contrario sólo cosecha el vacío y el cansancio del día que termina.... Que nadie nos arrebate esta belleza gratuita que el dinero no puede pagar ni conquistar; que nadie nos eche encima sus miedos para que nosotros tengamos también miedo.... Guardemos la pequeña felicidad de ese momento único en que sabemos y vemos que todo está bien a nuestro alrededor. Todo eso es lo que deseo hoy a todos los que lean estas líneas y a todos los que aman la literatura y la vida.


Cambio de registro. El sábado vi al fin la exposición de Francis Bacon. Dolor, dolor, expresión del dolor, la vida a dentelladas, la vida invivible. Cuánto dolor (y por suerte arte, no un sufrimiento que se diluye en la nada de la experiencia personal). Y recuerdo de pronto Cuanta, cuanta guerra de Mercè Rodoreda. La escritora catalana, exiliada, ya escribía que en las guerras nadie gana, todos pierden, porque el coste es demasiado alto incluso para los vencedores. Así ocurrió en la GC española. Pero ojo, hubo unas víctimas claras: los derrotados, los asesinados, los represaliados, los exiliados. Y unos responsables morales: Se recuerda que una vez iniciada la confrontación, hubo crímenes por ambos lados, y no voy a discutirlo, aunque es una afirmación que habría que matizar. Pero esa confrontación tuvo unas causas y unos responsables directos. Había ya desde el fallido golpe de Sanjurjo, elementos dispuestos a una sublevación para derribar el sistema político y parlamentario imperante. ¿Que no había más remedio, que la guerra era inevitable? Por Dios, ¿porque había elementos incontrolados o terroristas de derecha e izquierda había que ir al caos y la barbarie de matarse todos? Hubo gente que preparó durante meses el golpe con sectores económicos y con legaciones diplomáticas extranjeras como Alemania e Italia. ¿Que estos golpistas no querían ni mucho menos ir a la GC? Por supuesto, querían aniquilar a sus adversarios sin generalizar las matanzas. ¿Y qué? Al iniciar una senda tan peligrosa como envenenada eso es lo que cosecharon. El golpe no triunfó, pero tampoco fue sofocado por el Gobierno, y ahí surgió el delirio, la devastación, el todos contra todos. Y los que no querían pelear con nadie que se aguantaran, tendrían que acabar haciéndolo si no les mataban antes.
No creo en la mística de las pistolas, sino sólo en la mística, a ser posible templada,
es decir, no exenta de racionalidad y humanidad. No voy a mitificar a nadie de los que protagonizaron la contienda desde el punto de vista de las armas. Pero no olvidaré que la guerra la empezaron unos, y que sobre esos recae la responsabilidad histórica. La equidistancia no sirve en esto, no todo vale, ni se puede echar basura a los otros para defender o aminorar elo indefendible.
Y al final vuelvo al principio: ir a por la pequeña alegría de los pequeños momento de gracia, porque como decía Carmen Laforet, el sufrimiento ya vendrá solo... O no.

(Ley de plazos. Es lógico que los legisladores quieran ordenar y actualizar la Ley del aborto, a fin de que ninguna mujer sea condenada ni amenazada por tomar esta difícil decisión. ¿14 semanas? Me parece mucho, teniendo en cuenta que los casos realmente complicados tendrán más tiempo. ¿Doce, diez? Cuanto menos semanas mejor. Y en definitiva cuantos menos abortos mucho mejor. Pero ojo, para ello hay que formar en la responsabilidad y desplegar todos los medios para evitar los embarazos no deseados. Eso supone tomarse en serio la sexualidad, sin miedo, y educar al mismo tiempo en la certeza de que los actos tienen consecuencias y que, cada uno debe asumir sus propias decisiones con responsabilidad. Sin olvidar que siempre habrá un número de mujeres desesperadas dispuestas a interrumpir su embarazo como única opción. Lo que ellas necesitan no es moralina sino recursos económicos y educativos que les permitan realmente elegir.)