viernes, 21 de diciembre de 2007

Soñar, vivir, escribir. ¿Qué es más?


Se ama lo desconocido, y lo perdido, dice Borges. Un extraño binomio entre amor e inquietud. Más inquietud que amor en muchos casos. Pero no lo que se deja atrás voluntariamente, lo que pudo ser y no fue porque no lo quisimos de verdad, o porque aun queriéndolo, se aceptó que no era eterno o que era prescindible. Lo perdido de verdad, por el contrario, sigue presente como ausencia, como melancolía, como lastre. Ocupa un espacio, aunque sea el inútil lugar de las pérdidas. Lo perdido, sin embargo, es un material literario muy potente.
En la literatura es más fácil soñar y vivir que en la propia vida. Se pueden cambiar historias reales o recuperar las ya perdidas. Se puede incluso narrar desde el principilo lo malogrado o lo que acabó perdido. Hay sueños literarios de los que cuesta arrancarse, pero no duelen una vez que se cierra el ordenador y la historia se interrumpe. Soñar y escribir, sin embargo, puede ser más intenso que el puro vivir, lo que ya es difícil, pues vivir es puro vértigo.