jueves, 27 de diciembre de 2007

Narrar la adversidad

La adversidad. Es una compañera temporal o habitual del camino. No elogiaré ninguno de sus efectos ¿benéficos? en la formación del carácter. En sus dosis justas, sin embargo, puede ser vivida con elegancia (¿estoicismo?) o de un modo amargado, rastrero, o revanchista. En literatura, ha sido el resorte de mundos despiadados y, al mismo tiempo, de búsquedas frúctíferas. Hoy recuerdo a Kazfka, a Saramago, a Zweig, a Primo Levi, a Roth, a Vasili Grossman, a Rodoreda, a Balzac, a Cervantes, a Emily Dickinson... Y al recordarlos, evoco sobre todo a sus héroes o anti heróes.
Evoco con horror a Benazir Bhutto. ¿Por qué, para qué? Mujer, famosa, política... Quizás el eco sea mayor al saber más de ella, pero es igual de inútil y repugnante que cualquier muerte gratuita. Se dice que la naturaleza es más cruel (terremotos, inundaciones) pero la naturaleza de momento, no tiene conciencia, su perversidad parece ciega. La responsabilidad, por ahora, es algo individual (y colectivo), una condición moral. Que nadie escape a la suya.