jueves, 12 de junio de 2008

Puértolas, Morla, Rodoreda, Mansfied y postdata final.

Estoy deseando leer la última novela de Soledad Puértolas, un deseo aplazado por el voluminoso tomo de Morla Lynch, España sufre, que recorro día a día y que por tratarse de un casi diario de la Guerra Civil (principalmente desde Madrid) contiene centenares de páginas. Y aún estoy en 1937... Es éste un testimonio interesante desde la visión de un diplomático que asiste a los altibajos de la contienda desde una privilegiada posición para enjuiciarla: la relación casi doméstica con los refugiados en la embajada de Chile, generalmente afectos a los insurgentes y muchos de ellos aristócratas, y la oficial con el Gobierno legítimo, lleno de razón y al mismo tiempo dividido. (Entre los asilados se encontraba Pity de la Mora, hermana de Constancia (de la Mora Maura) y de Marichu, las dos hermanas de mi libro La roja y la falangista. Yo sabía ya que Pity, ni roja ni falangista aunque muy alejada en ese momento de su hermana Constancia de la Mora, había estado refugiada allí, pero es curioso adentrarse en ese mundo de las embajadas, una especie de paréntesis dentro de la guerra. A pesar de que los ingentes bombardeos franquistas no respetaban tan sagrados edificios, escribe Morla). Su libro es una forma un poco simple pero muy real de aproximarse a la Guerra Civil desde el factor humano, con sus miserias, incongruencias y estupideces sin fin.

Otro libro en cartera: los Diarios de Katherine Mansfield, en los que deseo sumergirme por un doble motivo. Porque adoro leerlos y porque Mercè Rodoreda comprendió leyendo a Mansfield que parte del oficio de narrar consiste en encontrar la propia voz. Mansfied fue una de sus autoras de cabecera en sus años del exilio. Se nota en sus relatos, reunidos en Veintidós cuentos y Parecía de seda.

P.D. Gran polvareda por el guiño o desliz de la ministra de Igualdad: "miembros y miembras". Dejando aparte el hecho de que hay académicos y expertos capaces de dictaminar hasta qué punto es transgresor este guiño, y de que la lengua se crea y no sólo se fija, sorprende (¿o no?) la cantidad de comentarios periódísticos que ha suscitado algo que yo leo y sigo más bien en sordina. Sorprenden sobre todo las opiniones despectivas o chuscas de algunas mujeres columnistas. ¿La actualidad no da para algo más?