Escribo de
Irina Palm. El personaje que encarna Marianne Faithfull encierra sabiduría y diginidad. De nuevo, una película devuelve a la fantasía de los buenos cuentos de hadas, al humor de las tragicomedias inteligentes y sobre todo a la realidad de hacerse cada día y reinventarse el personaje que somos. El final feliz -¿demasiado feliz o sólo tópico?- y el exagerado éxito de Irina Palm en su nueva profesión no evita que sea una estupenda y divertida película.