jueves, 28 de julio de 2011

María Moliner: la vida que sigue a la biografía


Son ya varios los artículos, críticas y textos en general que han dado nueva vida a El exilio interior. La vida de María Moliner y voy a tratar de reunirlos en los próximos días:
Las críticas de Luis Antonio Villena (EL Cultural)www.luisantoniodevillena.es/articulos/?p=1078
Laura Freixas (Babelia), el artículo de María Bengoa, el artículo-reportaje de Imma Muñoz en el Dominical del periódico.

martes, 7 de junio de 2011

"La escritura o la vida"

En "La escritura o la vida" aparece su legado. Estremecedora. Como la memoria de Jorge Semprún, irreemplazable.

sábado, 4 de junio de 2011

Un puñado de nuevos lectores

Vengo de la Feria del libro de Madrid. Experiencia aleccionadora: ¿quién te lee o te compra un libro? Un mosaico curioso y entrañable: la novelista conocida que te sorprende con su interés, la bibliotecaria que quiere saber más de M. Moliner, alguien que te conoce "de toda la vida" porque te lee como periodista, la pareja que compra el nuevo libro porque uno de ellos leyó el anterior...Gratificante.
La Feria, además, es algo adictiva. Aunque al principio cuesta ir, dado que suele ser más cómodo comprar en librería, al final siempre descubres algún reclamo. Yo me he quedado con ganas de comprar el último libro de Belén Gopegui, el de Javier Marías... En fin,los de mis autores.

viernes, 27 de mayo de 2011

Leonora Carrington, la última superviviente del surrealismo


Ha muerto Leonora Carrington, la última surrealista. Tenía 94 años, pero su fuerza de superviviente era tal que daba la impresión de que iba a ser inmortal. Lógicamente, no ha sido así, pero habría sido el perfecto acto mágico que acompañaría a esta pintora inclasificable. Se inició en el surrealismo en su juventud, junto a Max Ernst, y vivió en el París feliz hasta que la ocupación nazi lo hizo invivible. Se refugió en uno de los peores lugares: la España de la posguerra, y de esta etapa desquiciada y catárica salió a la luz otra Leonora Carrington, despojada de fantasmas del pasado y abierta a nuevos lenguajes. Escritora, pintora, escultora, la gran dama surrealista pasó gran parte de su vida en Mexico. Allí ha muerto. Sobrevive el icono.


Y leo estos días Sinrazones del olvido, publicado en Icaria. Son diez retratos de cinco escritoras (Isabelle Eberhardt, Jean Rhys, Dorothy Parker, Maeve Brennan y Natalia Ginzburg) y cinco fotógrafas (Anna Atkins, Frances Benjamin Johnston, Berenice Abbott, Lee Miller y Gisèle Freund) que vivieron y crearon en los siglos XIX y XX. Un libro oportuno escrito por Isabel Núñez y Lydia Oliva. Me sumerjo en especial en las vidas de Dorothy Parker, Jean Rhys y Natalia Ginzburg, las más próximas para mí, pero sigo leyendo y me atrapa Maeve Brennan. Una recuperación excelente en la que Núñez disecciona además cómo los prejuicios de las críticos hacia algunas creadoras, como Parker, convierten su vida privada en elemento devaluador de su obra, lo que jamás se extrapola a escritores y artistas. Sea cuál sea su vida, jamás se cuestiona su obra en función de ella.

lunes, 9 de mayo de 2011

La resaca de La Noche de los Libros


Fue una noche especial, en la que la mayoría veía el Gran partido por la televisión y unos pocos firmábamos o comprábamos libros. Una buena noche que yo viví en la librería Ecobook, firmando ejemplares de mi biografía sobre María Moliner (El exilio interior. La vida de María Moliner (Turner, 2011).

Ourika. Leo estos días un libro curioso y lleno de encanto. Un relato que escribió Claire de Duras (1777-1828) basado en una historia real que me ha conmovido. Una historia sobre la identidad. Ourika fue una niña africana rescatada de la esclavitud. La familia francesa que se hizo cargo de ella, la educó como a una hija, pero ahí estaba el quid: "como" una hija, pero sin el estatus legal de hija. Así fue como una niña feliz se convirtió en una adulta dividida, una rareza. Por su color de piel y por no ser hija a todos los efectos, no podía aspirar a un matrimonio por amor y elección y de acuerdo con su clase. Su destino fue el convento, pero antes fue el descubrimiento terrible de su no ser de ninguna parte y la enfermedad. Claire de Duras ofrece un retrato literario y humano muy sugestivo en esta novela corta que ahora se ha vuelto a editar (Sexto piso).

domingo, 3 de abril de 2011

María Moliner y Cela

Una de las sensaciones extrañas que te suceden cuando escribes una biografía es leer con emoción cartas que no están dirigidas a ti: esa correspondencia entre el biografiado y sus amigos en la qu atisbas más de lo que está escrito. En el caso de mi biografía sobre María Moliner, su correspondencia con Carmen Conde o Manuel B. Cossío. O la curiosa carta de Cela explicando a Lapesa por qué no votaría a Moliner para entrar en la Real Academia de la Fengura en 1972.

sábado, 2 de abril de 2011

De Carmen Laforet a María Moliner




Escribir una biografía en entrar en arenas movedizas: el autor escribe desde un territorio intermedio entre la atracción por el personaje y su obra como punto de partida y el abismo al que termina acercándose cuando encuentra el alma o el punto de inflexión del biografíado.
Mi primer trabajo biográfico giró en torno a Carmen Laforet. Cuando lo escribí, entre 1999 y 2000, Laforet era casi un personaje literario de sí misma, estaba recluida en su mundo y en su enfermedad y prácticamente retirada de la literatura. Me acerqué a ella desde el respeto y la curiosidad y creo que toqué el misterio que la envolvía en "Mujeres de la posguerra" (Planeta, 2002). Estoy muy orgullosa de esta biografía en la que aún hoy descubro tantos matices sobre la escritora y su obra, en la que está todo esbozado y sugerido, sin juzgar, y sin menospreciar la obra literaria de quien fue capaz de escribir "Nada", aunque luego entrara en los laberintos de la fobia a la escritura y la enfermedad.
Años después me adentré en la historia de Constancia de la Mora Maura, una mujer de vida apasionante y controvertida, y por encima de todo valiente. Una vida de novela. Su biografía (cruzada con la de su hermana Marichu de la Mora, en "La roja y la falangista", Planeta 2006) me permitió combinar sus datos biográficos con los de los acontecimientos históricos que vivió como republicana y comunista y finalmente exiliada, a pesar de haber nacido en la alta burguesía y ser nieta de Maura. Estoy muy satisfecha de esta obra en la que intenté narrar el bárbaro golpe militar del 36 y la cruel historia de la Guerra Civil a través de la vida de ambas hermanas. Aun así, mientras escribía la historia personal de Constancia de la Mora me planteaba por qué no escribía una novela sobre ella, por qué no entraba de lleno en el terreno de la ficción en vez de hacer biografía. Habría sido mucho más fácil partiendo de unos mimbres tan literarios como los que Constancia de la Mora, conocida como Connie, suscitaba por sí misma y sus apellidos. No lo hice, claro. Me mantuve fiel al género pactado con mi editor, aunque eso sí, las conntaciones que rodeaban a Constancia de la Mora y su hermana me permitieron introducir elipsis y cuñas de ficción al contar sus vidas.

Y hace dos años empecé a prepara la biografía de María Moliner. El reto era diferente, ya que Moliner es tan popular por su Diccionario como desconocida, por no decir invisible. Al mismo tiempo, su obra no ha sido lo bastante reconocida, aunque sí estudiada y difundida. Antes de escribir el Diccionario de Uso del español, en la primera parte de su vida, tuvo ya un perfil profesional acusado, como responsable de Misiones Pedagógicas primero y luego como gestora bibliotecaria durante la Segunda República. Es una vida la suya en la que el perfil profesional y el de estudiosa de las palabras se impone a lo cotidiano y lo familiar. Por otra parte, era una mujer que decía que "los recuerdos se queman" por lo que no guardaba nada, ni documentos ni cartas. En su vida privada era muy discreta (no anodina)y jamás ha dado un escándalo. Hacer ficción de alguien tan conocida en su esencial faceta de autora del Diccionario no era pertinente; prescindir de su densa biografía como bibliotecariadepurada y castigada por los vencedores de la Guerra Civil, tampoco era riguroso. Supongo que otros biógrafos habrían aligerado los aspectos profesionales y buscado con ahínco detalles escabrosos. Pero en la biografía de María Moliner no los hay, y reinterpretarla puede ser un juego no sólo arriesgado, sino tramposo. No se puede perder de vista. además, el contexto en el que vivió la gran filóloga. En este sentido es un personaje emblemático de la posguerra, un icono del exilio interior. Por lo tanto su vida tiene una tercera dimensión; forma parte de un mundo coral, el de las mujeres que se adelantaron a su tiempo, fueron vencidas y aun así, crearon y renacieron. El título de la biografía es intencionado: "El exilio interior. La vida de María Moliner". Estoy contenta de haber escrito la biografía de una mujer tan poderosa y segura de sí misma y a la vez tan humilde e invisible, y doy por bien empleado todo el tiempo destinado a buscar el rastro de su vida y a husmear en los archivos. Me siento especialmente satisfecha de esas notas y fuentes que he dejado para el final del libro con la intención de escribir su vida con intensidad y sin abrumar al lector. Quien tenga la paciencia y curiosidad de leerlas encontrará algunas claves no explícitas que enmarcan la vida de esta gran mujer.