Ha sido un Nobel de Literatura sin polémica el de este año. Casi todo el mundo adora a Alice Munro, la Chejov canadiense. Empecé leyendo sus relatos agrupados en Demasiada felicidad y tenía entre manos ya Mi vida querida. Deseaba adentrarme pronto también en su única novela, La vida de las mujeres. Es, desde luego, una de mis escritoras de culto, junto con Clarice Lispector e Irene Nèmirovsky, por ceñirme solo a narradoras. En el caso de Munro reconozco que, aunque pensaba leerla, tuve en cuenta una muy favorable opinión de Antonio Muñoz Molina sobre el valor de sus cuentos. Posiblemente, forma parte de ese club de escritores que no emociona tanto por su vida, recoleta e íntima, como por su obra, dándose esa dualidad que refleja la biografía que ha escrito sobre C. Sheldrick, A dual life (Una doble vida). No en vano un escritor no tiene por qué ser un personaje fascinante (en su obra y en su vida), sino la voz que narra historias que merecen ser leídas.
Con Alice Munro, son ya trece las escritoras que consiguen un Nobel, una minoría, desde luego. Dos de ellas son autoras a las que admiro por su obra y su trayectoria: Nadine Gordimer (Nobel de 1991) y Doris Lessing (lo obtuvo en 2007).
A otras las leí o descubrí a raíz del Nobel, como Toni Morrison (en 1993), Elfreide Jelinek (en 2004) y Herta Müller (en 2009) y en menor medida a la gran poeta Wislawa Szymorska (en 1996).
A Pearl S. Buck (premiada en 1938) y Sigrid Undset, las descubrí de joven, en esas ediciones populares y divulgativas que seleccionaban lo mejor de los premios Nobel. A Gabriela Mistral (galardonada en 1945) ya la estudié en bachillerato como nuestra Nobel en castellano. Sé que Selma Lagerlöf (la primera de las premiadas, en 1909), fue leída o apreciada por Carmen Laforet y María Moliner, dos personalidades cuya biografía he abordado en diferentes etapas. Por último, quedan otras dos Nobel de las que tengo menos información, Grazia Deledda (en 1926) y Nelly Sachs (1966) que completan este pequeño porcentaje de escritoras es en la nómina de los Nobel. No hay que ser demasiado observador para anotar que en el siglo XX las ganadoras eran una excepción (solo nueve en un siglo), mientras que en lo que va de siglo son ya cinco las que se han alzado con el preciado y universal galardón.