miércoles, 26 de noviembre de 2014

El enigma María Lejárraga

Mucho se la escrito ya sobre María Lejárraga, la autora que formó equipo profesional con el dramaturgo Gregorio Martínez-Sierra, su marido. Lejárraga, profesora de Magisterio, aceptó que sus obras se firmaran con el nombre de Martínez-Sierra, pensando que había establecido con él una alianza amorosa y profesional indestructible. Martínez-Sierra se convirtió así en el vehículo por el que Lejárraga publicaba y difundía su obra sin que su papel de maestra se viera involucrado, un factor clave en la época. Como consecuencia, él se aprovechaba del éxito que les reportaron sus obras.
Pensar en María Lejárraga me produce una sensación agridulce: una mujer culta y comprometida consintiendo con buena dosis de ambigüedad y de comodidad, que su obra se la apropiara otro. Pero reconozco que cada uno se forja sus propias reglas y que en su contexto personal e histórico tal decisión pudo tener sentido. Al menos para ella.
Hasta que dejó de tenerlo. Martínez-Sierra, director de escena con ínfulas de seductor, se unió a la actriz principal de su compañía, Catalina Bárcenas, con la que tuvo una hija, y, como consecuencia, el matrimonio Martínez-Sierra se separó. Lejárraga pasaba temporadas en Francia y cuando volvía a España se involucraba a fondo en la política y en los aspectos sociales que tanto la interesaban. Pero la colaboración profesional con su exmarido se mantenía: él dependía de la creatividad de ella para seguir siendo quien era en el mundo de la escena. Tanto si tenía que estrenar como si se trataba de adaptar obras clásicas, necesitaba que Lejárraga se las escribiera: "Vidita mía, recibí el segundo [acto] de Hamlet", le escribe él, ya separados, en una de las muchas cartas que intercambió la pareja. ¿Qué ganaba ella? Algunas cantidades de dinero que él la giraba como honorarios profesionales. y la conciencia de que seguían siendo un equipo.
En su exilio bonaerense Lajárraga aceptó finalmente que el secreto fuera conocido (aunque él ya firmó en los años treinta un documento en que reconocía la autoría de ella), al publicar su mutua correspondencia.