Literatura. ¿Cuánto miente un autor que escribe supuestamente sobre sí mismo? ¿Cuántas vueltas de tuerca da para contar algo que quizás vivió o soñó o reflexionó mientras vivía aquello que aparece desdibujado o en clave en sus ficciones? Primer misterio
Cuánto refleja de sí mismo/a quien escribe supuestamente de historias ajenas, totalmente ajenas? ¿Qué porcentaje del propio/a autor/a se une a esas vidas que no son la misma vida pero que se nutren de ella? Segundo misterio
Hijos. Los hijos, adoptados o no, son hijos. Los niños, adoptados o no, son sobre todo niños. Los alumnos, adoptados o no, son alumnos. ¿Por qué hay tantos conflictos con la escuela? ¿Por qué se minimiza la historia que acompaña al niño o, por el contrario, todo se explica (dificultades de aprendizaje, pubertad, rebeldía) por el hecho de ser adoptados? La escuela, en especial la privada y concertada, tiene la tarea de adaptarse a todos los niños que le llegan y a todas las clases de familias que les llevan a sus aulas. Hay que revisar libros de texto (en cuanto a ejemplos), redacciones (la recurrente sobre El día que yo nací), fiestas del padre, el árbol genealógico, etcétera, etcétera). Hay muchos tipos de familia y los tópicos de papá y mamá, niños siempre de tez blanca y constumbres de toda la vida ya no aproximan a la realidad. No se trata de ser políticamente correctos y vivir en la simulación, sino de respetar identidades y situaciones. No se puede pedir en clase un albúm fotográfico del primer año de vida cuando se sabe que hay tres niños adoptados que llegaron a los 3, a lo 5 o a los 6; no se puede hacer un trabajo decorativo para papá el 19 de marzo cuando se sabe que hay niños que están sólo a cargo de su madre. Todo se puede adaptar, transformar y universalizar en este mundo cada vez más diverso y postracial.