Hay libros oportunos, y más aún, necesarios. Me refiero a Mal de escuela, de Daniel Pennac, publicado por Mondadori en castellano. Profesor de largo recorrido y escritor, se adentra en el fracaso escolar y en la labor artesanal de los buenos maestros de despertar/revelar/descubrir a los alumnos menos motivados la aventura de aprender.
Hay libros construidos en silencio durante días, semanas y meses. Ficciones que se van alejando de la realidad y entrar en la ensoñación, en lo inusual. Las novelas de Irene Gracia van por ese particular camino. La calidad, la honestidad, la narración sin concensiones. Luego se puede vender más o menos, llegar a público minoritario o más amplio. A veces sólo son accidentes, otras meras estrategias que dan fruto. Lo que importa es lo que encuentra el lector: el sello personal, la creatividad, la libertad de dejar fluir a los personajes. Eso Gracia lo logra plenamente.