Lo primero que leí de ella fue "El cuaderno dorado". Un descubrimiento paralelo: su obra y lo que Doris Lessing representaba como sucesora de una saga no escrita de autoras, fuera Virginia Woolf, Marguerite Duras o Yorcenar.
No solo yo. Fue algo generacional. "El cuaderno dorado pasó a ser un icono". Y todos los demás libros de la autora en los que salía a flote la combativa y joven radical que había sido Doris Lessing en sus años de militante comunista; en sus años de mujer blanca que arriesgaba su vida en África para lograr un mundo más justo. Y luego, el proceso del doble desencanto personal/amoroso y político, lo que la llevó a abandonar la militancia y a denunciar el estalisnismo. "Al final de la tormenta", "Un hombre y dos mujeres" o "El último verano de Mrs. Brown" dan algunas pistas.
Después llegó la madurez, su consolidación como escritora, su traslado a Reino Unido... Pero siempre radical, siempre exigente, sin autocomplacencias. Y siempre austera, a pesar y más allá del Nobel.
(Doris Lessing ha muerto hoy, a los 94 años).